sábado, 10 de marzo de 2018

El legado de Chávez

En misión de homenaje al eterno comandante bolivariano,  su visión que nos superó a todos, que tuvo  que llevarse con él a su tumba  y que hoy  nos vuelve como un auto-reproche nuestro  por no haber sabido diferenciar lo principal de lo secundario (cuestión elemental de la política revolucionaria) creo que es lo que debe destacarse  como bandera en lo más alto del monumento a  su legado.

Mariano Ciafardini / Para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

En el quinto aniversario de su fallecimiento  parece imposible decir algo del Comandante Hugo Chávez  que no sea repetir lo que ha sido dicho ya,  miles de veces y en formas magistrales por tantos  y tantos  que lo conocieron profundamente , y que estuvieron incluso desde sus primeros momentos revolucionarios junto a él, en particular su amigo y mentor Fidel Castro Ruz, cuya compañía viviente desgraciadamente también  hemos perdido.

De todos modos en la obligación revolucionaria del homenaje quisiera insistir sobre algo que quizá sea hoy lo más deficitario del proceso  nuestroamericano en  sus  horas complejas,  que precisamente tienen que ver en mucho con ese déficit. Tanto Chávez  como Fidel  aunque tal vez el primero lo hizo más expreso  hasta casi quedarse casi  sin voz, insistieron en aquellos viejos buenos tiempos  del “No al Alca”, de la creación del Unasur  y principalmente de la creación de la CELAC,  en que  el futuro de nuestros países  era inviable,  aun  con políticas populares  y redistribucionistas  y con intentos de  del fortalecimiento de la autonomía y la soberanía nacionales,  sino se daba un  salto cualitativo  en la tan mentada  integración regional de la Patria Grande.

Era imposible  según ellos,  y se ve ahora  con más claridad que nunca,  que los gobiernos populares, que en aquel entonces  dominaban la región, con la única  sensible excepción de México, debían arriesgarse  a dar un paso histórico en la conformidad de una unidad político económica de tal magnitud  que no tuviera marcha atrás. Eso además era lo único que iba a permitir  realizar  las transformaciones en la estructura  socioeconómica sin la cual es imposible salir del esquema neoliberal. O se hacía entre todos o era “matemáticamente” imposible hacerlo país por país. El peso específico de Brasil Argentina  Venezuela, la determinación de Bolivia.  Paraguay,  Uruguay,  Nicaragua, Ecuador  y El Salvador y la firmeza revolucionaria de Cuba parecían suficientes para ello. Pero no lo fueron.

La visión de los comandantes y en particular la de Hugo Chávez Frías, expresadas en propuestas  casi desesperadas,  en  términos  como el  comienzo urgente  de  la construcción  de grandes gasoductos, oleoductos,  líneas férreas y fluviales transcontinentales  y de la conformación  de  internacionales o interregionales políticas que comenzaran a actuar como partido o movimiento político único  supra regional, no fueron compartidas con la voluntad suficiente  por los líderes  y las organizaciones políticas populares, sin cuyo concurso indispensable este sueño era imposible. Hegelianamente habría que decir que no estaban dadas  las condiciones de la propia realidad (la que nunca por definición va más allá de ella misma) Pero tautologías aparte,  y en misión de homenaje al eterno comandante bolivariano,  esta visión que nos superó a todos, que tuvo  que llevarse con él a su tumba  y que hoy  nos vuelve como un auto-reproche nuestro  por no haber sabido diferenciar lo principal de lo secundario (cuestión elemental de la política revolucionaria) creo que es lo que debe destacarse  como bandera en lo más alto del monumento a  su legado.

*Doctor en Ciencias Políticas (UBA)

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