sábado, 3 de febrero de 2018

El ejemplo de Lula

Retomar el proyecto nacional y popular, como aspira Lula, es una ambición compartida por los trabajadores de Argentina y Brasil, de allí la validez de su ejemplo.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Siempre ha sido más fácil ver la paja en ojo ajeno que la viga en el propio. Aunque ahora el espejo no nos devuelva un defecto sino un claro ejemplo, al menos para las bases obreras. La distancia tiene esa virtud, observar en perspectiva. Lula ese luchador incansable, el obrero que llegó a la presidencia del populoso Brasil luego fracasar varias veces, el nordestino migrante “retirante”,  el hombre que le ha peleado al cáncer, vuelve a ser ejemplo, frente a las artimañas de la derecha, enmascaradas jurídicamente por supuesta corrupción, ese artificio identificado como “lawfare” intentando borrar todo lo realizado.

A los 72 años, este líder excepcional, comparable a Nelson Mandela o Evo Morales, intenta sobreponerse a las triquiñuelas de la justicia brindándonos su ejemplo de fortaleza e integridad frente a la ofensiva conservadora que asfixia al cono sur de América. Sabe que su figura representa a millones de trabajadores que llegaron con él a la presidencia y pudieron aspirar a un estilo de vida y de dignidad que jamás disfrutaron, pero además su triunfo enamoró a los jóvenes en el ejercicio de la política, dejando atrás décadas de descreimiento y desconfianza, propias de ese traspaso de poder que se denominaba “café con leche”, según dominaran los empresarios de uno u otro sector o delegaran responsabilidades en las Fuerzas Armadas.

Lula demostró que se podía, que la lucha cobraba sentido y que los trabajadores formaban un colectivo político capaz de confrontar como partido ante el resto de las fuerzas políticas del país. El Partido de los Trabajadores PT, no sólo fue una realidad, sino que fue gobierno en casi tres lustros, transformando la situación social y económica de Brasil y cerró filas con una nueva visión de bloque regional que pudo oponerse al Alca hace 12 años. Lula fue protagonista activo de la generación del Bicentenario, junto con Hugo Chávez, Evo Morales y Néstor Kirchner, enfrentando al imperialismo yanqui en Mar del Plata, cuyo extenso brazo vengador ahora se hace sentir con mayor rigor y desmesura, que recuerda la persistencia de Stalin persiguiendo a Trotsky más de una década, hasta eliminarlo en México en agosto de 1940, demostrando que, en política, perversidad y paciencia actúan simultáneas.

Lo extraordinario de Lula e imperdonable para los eternos amos explotadores del país verde amarelo, fue transformar esclavos en hombres libres, en un país que abolió la esclavitud tardíamente a fines del siglo XIX y, estimular a esos seres, semejantes en suerte a la suya, a trabajar por un proyecto colectivo donde se hicieran realidad los sueños de una vida mejor. Nada entusiasma más ni dinamiza a las personas que un futuro de bonanza, porque extrae de las entrañas el orgullo de trabajar por lo propio. Eso lo sabe el que ejerce autoridad genuina, porque en ella radica la fuerza moral que es la virtud, virtud forjada en el sufrimiento de padecer las mismas injusticias de los hermanos que le tocó conducir y sacar de la miseria. No en vano, a días del veredicto, las encuestas siguen dándole a favor para las elecciones de octubre, sea candidato o no.

Que exprese: “abandonar nunca, perder la esperanza jamás” cuando recibe la condena más vergonzante que haya dado una cámara brasileña, cuyos integrantes pasarán a la historia por lo absurdo de un proceso kafkiano, es darnos un ejemplo de valentía frente a los atropellos cotidianos de un neoliberalismo atroz ejercido por el cipayismo nativo más berreta que hemos tenido, los argentinos al menos, desde el Pacto Roca – Runciman, cuando soñábamos con ser parte del Reino Unido, allá por los años ’30.

La integridad de Lula reduce a caricatura a los manotazos de la política vernácula con personajes de sainete que deben aclarar todo el tiempo sus movimientos o rectificar decisiones, como ha ocurrido con el escándalo del ministro de Trabajo, Jorge Triaca y su empleada en negro o la de Defensa, cuyas declaraciones la condenan. Sin embargo siguen firmes, porque desconocen la vergüenza. Por el contrario, son ratificados en el cargo y es coherente a los tiempos.

Sobre todo, luego de una gira europea en que nuestro presidente ha intentado hacer concesiones infructuosas para unir el Mercosur con la Unión Europea. La alusión al origen de la población argentina fue la frutilla del postre que desencadenó una serie de críticas desde académicas hasta de representantes de los pueblos originarios que se sintieron excluidos (un poco más que otras veces) por el discurso ario presidencial, como si ese argumento pudiese abrir las barreras que protegen a los ganaderos franceses.   

Tampoco les sirve plantearse – a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia, como es modalidad y a último momento – en contra del nepotismo y a favor de la reducción de cargos, luego de haber nombrado a parientes ni tampoco congelar los salarios de los funcionarios con el pretexto de ahorrar 1.500 millones de pesos, cuando aumentaron ministerios, secretarías y subsecretarías como nunca. Equipo de gobierno que se ufanan en presentarlo como el mejor en 50 años, apreciación cierta que es correlato de otra frase, Argentina atendida por sus dueños.

Al menos, una buena noticia mejora las perspectivas, el ensañamiento gubernamental con el líder camionero Hugo Moyano, su declarado enfrentamiento con Macri y la convocatoria a un paro general para el 22 de febrero por parte de la CGT, la CTA y los sectores sociales, rescata la disconformidad de la población que viene juntando presión desde mediados de diciembre. En este sentido, es claro el ejemplo de Lula cuyo poder de convocatoria es único para el movimiento obrero vecino, cuando, justamente deberán irse perfilándose aquí aquellos conductores que más se identifiquen con las demandas sociales. Ese frente amplio opositor al que viene reclamándosele mayor organicidad, convocatoria y comunicación frente al blindaje mediático, deberá albergar en su seno las diversas expresiones políticas con representación para sumar voluntades y luchar contra las medidas neoliberales que han reducido al país a un apéndice de las multinacionales.

A dos años y con sobradas muestras de arrasar con todo a espaldas del pueblo, pocos se ilusionan bajo el cielo de mentiras elaboradas, salvo los que participan de la depredación y desguace del Estado. Es allí donde vuelve a infundir esperanza el ejemplo de Lula, quien fue tomado hace unos años por Hugo Moyano, enfrentándose con la ex presidenta. La ambición lo llevó al dirigente camionero al fútbol, delegando en su hijo la conducción gremial. Ahora, de vuelta de todo y con problemas judiciales intenta volver al ruedo gremial que nunca debería haber abandonado. Es tarde, sabemos lo que representa, como también que todos son necesarios para conformar el anhelado frente opositor que se encamine al 2019.

Retomar el proyecto nacional y popular, como aspira Lula, es una ambición compartida por los trabajadores de los dos países, de allí la validez de su ejemplo.

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