sábado, 6 de enero de 2018

Argentina: El honor de un soldado del pueblo

A contramano del oportunismo político y el  zigzagueante protagonismo mediático de la dirigencia banal -que salvo honrosas excepciones-   venimos padeciendo los argentinos, hay gestos, que por ejemplares,  resultan de difícil olvido.

Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina                      

El expresidente Kirchner y
el general Juan Jaime Cesio
Uno de ellos es y será para la historia democrática del país aquel  del coronel Juan Jaime Cesio,  marchando junto a las Madres de Plaza de Mayo en reclamo de verdad y justicia cuando tantos escondían la cabeza o aprobaban sin más la llamada “guerra sucia” y sus métodos.

Cesio falleció el 23 de diciembre último a las 91 años, según informó la nota necrológica de LA PRENSA de un par de días  después. De su trayectoria de soldado orgullosamente sanmartiniano y bolivariano, era esperable tal actitud valiente, comprometida y bien meditada  que tomó aceptando los riesgos de vida, la persecución y la posibilidad cierta de severas sanciones militares como las que recibió al ser privado del grado y el uso del uniforme. (Un reportaje de Mona Moncalvillo aparecido en el número 101 de la revista Humor le valió también un arresto por tiempo indeterminado).

Me pregunto si sospecharían sus camaradas de armas devenidos en jueces venales,  que Cesio con sus “puños llenos de verdades” venía a salvar el honor de la Fuerza, mancillado por usurpadores de bebés, torturadores y demás lacras morales.  En 1973, durante la primavera camporista fue Secretario General del Ejército bajo la Comandancia en Jefe del Teniente General Jorge Raúl Carcagno, que denunció la doctrina de la Seguridad Nacional en la X Conferencia de Ejércitos Americanos reunida en Caracas. A poco sin embargo, la influencia siniestra de López Rega  y la extrema derecha encaramada en el movimiento popular,  impidieron su ascenso a general de brigada. Cesio intuyó entonces, dando combate a la adversidad, que no debía dejarse ganar por el resentimiento, la frustración, el cómodo silencio  o imaginar  concluida su vida pública. Y aunque denigrado entonces  con el “retiro efectivo”, no se apartó de la lucha por sus ideales y durante la dictadura estuvo próximo a los movimientos de Derechos Humanos. Militó después en el Partido Intransigente liderado por el doctor Oscar Alende, al que muchos provenientes del peronismo votamos en 1983 desencantados del candidato Italo Luder, proclive a convalidar la autoamnistía decretada por Reinaldo Benito Bignone. En 1984, junto al general Jorge Leal, el coronel Horacio Ballester y el capitán Jorge Luis D´Andrea Mohr,  entre otros oficiales, fue uno de los fundadores de CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina).

Ascendido por el presidente Néstor Kirchner al generalato en 2006, como en el caso de Emilio Fermín Mignone, el fundador del CELS, el genuino respeto del general  Cesio por la vida humana y su defensa de la dignidad integral del hombre que creía hecho a imagen y semejanza del Creador, provenían de su acendrado  catolicismo que nada tenía que ver con el “catolicismo mistongo” que anatemizó en su hora el padre Leonardo Castellani. Sólo hablé con él en dos ocasiones, una vez en el anexo del Congreso y otra precisamente durante una  jornada de oración, por lo que puedo dar fe de lo dicho.

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