sábado, 16 de diciembre de 2017

Argentina: La furia desatada

A dos años de gobierno de Mauricio Macri las cuentas están en rojo, más de 13 millones de pobres y la promesa de eliminarlos, llevarlos a cero, con cientos de miles de desocupados, con muertos en el agua y en la tierra; cuentas en rojo y rojo sangre de la gente en las calles por la violenta represión encarada por las fuerzas de seguridad.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Estamos en democracia, no tenemos que olvidarlo. Hace 34 años  que la recuperamos luego de una dictadura feroz y sangrienta que se llevó a más 30 mil desaparecidos, una posible guerra con Chile, el desastre de Malvinas y un crecimiento exponencial de la deuda externa. Luego hemos vivido años de zozobra desde su recuperación, de incertidumbre e ingobernabilidad con Alfonsín, años de desguace y destrucción del aparato estatal con el neoliberalismo menemista y delarruísta que nos llevó a una crisis terminal y desintegradora como la del 2001 y una lenta salida y recuperación del Estado con los gobiernos kirchneristas que, con la asunción de Cambiemos en diciembre de 2015, nuevamente volvimos a fojas cero, a la miseria de la década infame, al oprobio y el despojo impuesto por las elites liberales, conservadoras y cipayas.

A dos años de gobierno de Mauricio Macri las cuentas están en rojo, más de 13 millones de pobres y la promesa de eliminarlos, llevarlos a cero, con cientos de miles de desocupados, con muertos en el agua y en la tierra; cuentas en rojo y rojo sangre de la gente en las calles por la violenta represión encarada por las fuerzas de seguridad que, como la guardia pretoriana de los césares, con escudos y armadura, triturando ancianos, periodistas, destruyendo todo lo construido hasta el momento, saltando los límites de las instituciones, vallando el Congreso de la Nación, sumando víctimas como lo hizo la Libertadora en 1955 con el bombardeo de la Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León Suárez al año siguiente, cuando ingresamos al FMI y quedamos endeudados como en todos los demás gobiernos de facto y liberales que se abrían al mundo, endeudando y reprimiendo.

El entusiasmo festivo con que engañosamente subieron, sus fiestas privadas y buen pasar se vinieron abajo cuando no pudieron cumplir con sus caprichos de dar vuelta el país como si fuera un guante o una media, al extremo que no hicieron el balance de los dos años ni tampoco partieron al retiro espiritual programado, para seguir metidos en las nubes de Úbeda en que viven.

Pero vayamos a los sucedido los días miércoles y jueves pasados, cuando se sabía que se trataría la ley de Reforma Previsional en Diputados de la Nación, el edificio del Congreso fue vallado con un muro metálico por las fuerzas de seguridad, más de 1.500 agentes acorazados como tortugas ninjas, armados con camiones hidrantes, gases dispuestos a reprimir tanto a la población como a los diputados opositores que se sabía se iban a oponer a la aprobación de una ley que afectaría a 17 millones de argentinos, entre jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo, para ahorrar 100 mil millones de pesos, luego de haber exento a las mineras, al campo y grandes exportadores y haber endeudado aceleradamente al país.

En 34 años de democracia nunca se había desatado una violencia tan furiosa, porque previo a esa militarización, el gobierno ya había apretado a los gobernadores con el Pacto Fiscal y, éstos a su vez, habían disciplinado a sus senadores para que dieran por aprobada la ley. Pero además, Macri en esta misma semana había ampliado el Presupuesto 2018 en 84 mil millones para poder hacer frente a los intereses de la deuda que comienzan a vencer y no alcanzan con las previsiones programadas. Encerrados en la trampa del endeudamiento que fue a engrosar ganancias con las lebacs sin ingresar al sistema productivo y a la espera de las inversiones que nunca llegan, lo más rápido era manotearles a los más desfavorecidos, los que no merecen vivir con dignidad.

Para ello hicieron todas las tramoyas posibles, propias de las épocas más negras del fraude electoral, desde simular quórum con diputados truchos, agregar a dos miembros oficialistas que aún no habían jurado para lograr el número de 130, hasta impedirles la llegada a los diputados de la oposición dentro y fuera del edificio; dentro con guardias que exigían credenciales, cuando por su reciente asunción todavía no estaban confeccionadas, hasta la agresión por parte de la sanguinaria maquinaria represora que agredió a tres diputados, dejándolos con serias lesiones.

Luego, hasta el mismo presidente de la Cámara, Emilio Monzó, se desencajó e intentó agredir al diputado Moreau , cuando éste lo instaba a que suspendiera la sesión porque no daban los números, hasta que la camaleónica aliada de Cambiemos, la diputada Carrió que había ganado en la CABA con más del 50%, lo presionó a que la levantara, porque ella no la votaría, mandándole un serio mensaje al gobierno sobre su posición y que luego sería determinante para que el Gabinete en pleno reunido no se animara a aprobar los contenidos de la ley por un Decreto de Necesidad y Urgencia.

Desde luego las autoridades, los periodistas vendidos de los medios hegemónicos y el establishment cacarean que la violencia es de los agitadores, de los inadaptados y no de este gobierno que viene cercenando derechos y reduciendo recursos a los sectores más débiles y enviando los perros carniceros a que devoren a los insurrectos. Eso ya lo sabemos, los derechos sociales siempre costaron sangre popular.

Además, el pueblo en la calle y la CGT en pie de guerra y con un  paro a partir de las cero horas de hoy viernes, recién les deben haber indicado que el horno no estaba para bollos y por más insistencias del FMI, el pueblo argentino, razón de ser de su gobierno, le tuerce el brazo por el momento.

Por otro lado, las reuniones de la OMC que con tanta pompa se celebraron estos días en Puerto Madero, no llegaron a ninguna conclusión valedera ni se fueron con la impresión de periferia próspera que quisieron dejar. El humo de las barricadas, el estruendo de las bombas y los gases en el centro de la “misteriosa Buenos Aires”, les privaron disfrutar de las bondades de la Reina del Plata. Seguramente salieron espantados por el clima de violencia propia de una zona ocupada militarmente.

De allí que reiteramos que estamos en una democracia recuperada por el pueblo y para el pueblo y que vamos a defender sus instituciones republicanas y el imperio de nuestra Carta Magna. Que sabemos que la grieta, el muro perverso que instalaron como el que se eleva allá al norte en el Río Bravo, viene desde hace dos siglos, desde que nuestros libertadores se levantaron contra el decrépito imperio Español y pelearon por la independencia, sabiendo que ésta sería la utopía hacia la que caminarían llenos de fe y entusiasmo, más allá de las posteriores Declaraciones, Congresos y Constituciones, porque estaríamos condenados al cipayismo de los grupos oligárquicos que siempre estarían ligados a las diversas potencias de turno que devorarían nuestros recursos y explotando a nuestros compatriotas. Grupos tilingos y cortesanos que siempre miraron para afuera y construyeron un país macrocéfalo concentrado en la París del Sur con su aduana y puerto, por eso la debilidad de las provincias interiores, los 13 ranchos de que hablaba Mitre, uno de los autores de la historia oficial y que ahora, son las provincias “inviables” que deben someterse a través del Pacto Fiscal que les reparte migajas.

La historia no se repite, pero en América Latina sus escasos ciclos bipolares obedecen a la ausencia de soberanía y al correlativo sometimiento vergonzante, primero al imperio inglés y ahora al del norte y los bancos y organismos financieros internacionales que se benefician con los retornos financieros permanentemente. Deuda y represión popular son las constantes que siempre se reactualizan, aunque los personajes cambien o, se escamoteen  en todas las épocas.

Por ahora reina una calma sospechosa, una tregua hasta el lunes próximo, lunes que seguramente traerá recuerdos de aquellos fatídicos días de diciembre de 2001, en donde el pueblo hostigado hasta el hartazgo saltó a las calles y hombre fuerte de la Casa Rosada, tuvo que abandonarla en helicóptero.

Que no se olviden que el pueblo, siempre engañado y ninguneado tiene la última palabra, porque en definitiva y lo sabemos, la democracia sigue siendo el gobierno del pueblo.

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