sábado, 25 de marzo de 2017

Argentina: Vicisitudes de la huelga docente

Las movilizaciones de los huelguistas impresionan por su número y por el apoyo popular que reciben; y en la escalada del conflicto se ha declarado  para los próximos días una medida de fuerza a nivel nacional de los docentes.       
             
Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

Así informó el diario Página12
sobre la huelga de los docentes.
“Que ser cobarde no valga la pena” canta Joaquín Sabina; y aunque para evitar generalizaciones no corresponda tachar de ser tales a los docentes que por distintos motivos concurren a dar clase en la provincia de Buenos Aires en vez de adherir al paro dispuesto por los gremios,  el inverosímil y para colmo exiguo premio ofrecido por la gobernadora Vidal a quienes rompan la huelga: 1.000 pesos, dos “yaguaretés” apenas, permite  afirmar que para este conflicto, por de pronto, puede darse por cumplida  la idealista y ética aspiración del artista español.

Nada es sencillo en el mundo de la política, menos  laudar en forma salomónica en la puja distributiva siempre sectorial. Y cuánto más si una de las fracciones es el Estado en tanto empleador y sus representantes los interpelados  por las demandas salariales y de mejores condiciones de trabajo. Pero el hecho de estar del otro lado del escritorio, es decir en función patronal,  no debe significar enfrentarse de cualquier modo con los trabajadores, avasallándolos a ellos y a sus organizaciones constituidas de manera legal. Sencillamente porque así llevará las de ganar el más fuerte que no es otro que el Estado, en detrimento del espíritu que informa el Derecho Laboral y sus principios protectorios, precisamente de la parte más débil en la relación de trabajo.

Por eso y más allá de que pueda criticarse la metodología de SUTEBA, incluso desde un punto de vista táctico ya que a nadie escapa que las huelgas reiteradas o por tiempo indeterminado terminan por desgastarse, resulta increíble el mensaje oficial que viene siendo dado con relación a las medidas de fuerza de los maestros bonaerenses. Primero aparecieron  “voluntarios” rompehuelgas en una campaña mediática que se sospecha con fundamento organizaron los servicios progubernamentales, bien que cuando ella subió al tono del escándalo, las autoridades se desligaron  del tema  reclamando ser ajenas a esos  “espontáneos” que se decían   preocupados por la ausencia  de los niños a las aulas. 

Sin embargo, ahora, es por boca de la señora gobernadora que se ha escuchado la decisión  de  premiar a los no huelguistas. Un dilate que se da de bruces con la legislación laboral  vigente en el país, como por ejemplo el artículo 53 de la ley 23.551 de asociaciones sindicales, que enumera las prácticas desleales  y contrarias a la ética de las relaciones profesionales del trabajo por parte de los empleadores, además de contradecir las recomendaciones en la materia de la OIT. Y ni qué hablar de los ataques y amenazas al líder sindical Baradel, del promocionado descuento por cada día no trabajado por el paro  o de las denuncias recogidas por varios medios de prensa sobre incursiones de personal policial en escuelas para pedir el listado de los que no concurren  a ellas. Y hasta en un “crescendo” de tensión, el hecho  de que el gobierno de la provincia presentó un informe al ministro de Trabajo de la Nación para que se castigue a los gremios de la actividad que no acataron una dudosa conciliación obligatoria, por lo demás objetada por la Justicia.

Como era de esperar en esta guerra sin cuartel promovida desde el poder  contra los docentes, van al frente regimientos de “gurkas” mercenarios, emulando a los ingleses en Malvinas. Se trata de  los formadores de opinión de los que algún permeable público televisivo, devenido lacrimógeno ante las aulas vacías en estas jornadas de lucha y pestalozziano por su súbita vocación pedagógica, repite  zonceras del tipo de “apoyamos el reclamo de los maestros pero no el paro”,  “hay que discutir la educación pública y no sólo los salarios” o “el secretario general de SUTEBA, Roberto Baradel, es kirchnerista que pone piedras y el país se expresó por el cambio”. Ese mismo público habla  con liviandad contra la reclamada paritaria nacional docente exigida por ley nacional,  pone en duda el presentismo de los trabajadores de la educación y  cuestiona –esta vez con razón- la deficiente infraestructura edilicia  de las escuelas públicas; problemas algunos contra los cuales, dicho sea de paso,  se precavió en salud  la mayoría de los actuales gobernantes que concurrieron a colegios onerosos y universidades privadas. 

Mientras tanto las movilizaciones de los huelguistas impresionan por su número y por el apoyo popular que reciben; y en la escalada del conflicto se ha declarado  para los próximos días una medida de fuerza a nivel nacional de los docentes.                    

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