sábado, 13 de junio de 2015

Hacia una sociedad de la recreación

Paradójicamente, la crisis de la FIFA debe  invitarnos a soñar con ese mundo de maravillas, donde Alicia seamos cada uno de nosotros si  hacemos del deporte una práctica para (re)crearnos como seres humanos plenos.

Arnoldo Mora Rodríguez* / Especial para Con Nuestra América

En una época en que la mayor parte de las noticias tiene que ver con  escándalos de corrupción, no deja de causar extrañeza el gran espacio que se la ha dado a lo que, desde hace años, era archiconocido y se venía denunciando: la podredumbre en que se había sumido la FIFA, convertida en una poderosa trasnacional que se creía y se comportaba como una organización que ejercía poderes omnímodos  en el ámbito planetario fuera del alcance de los tribunales de justicia. Nadie tenía injerencia en sus negocios aunque todo el mundo comentaba que eran tan gigantescos como sucios. Ahora esperamos que la detención de varios de sus dirigentes y la renuncia de su presidente permita arrojar luz dentro de ese tenebroso subsuelo.
 

Pienso que  el  estupor mundial que este escándalo  ha causado  – y posiblemente siga causando – tiene su raíz en el enorme y creciente espacio que la recreación ocupa en la sociedad actual, entendiendo por “recreación” el conjunto de actividades que se realizan en vistas al disfrute del tiempo libre, es decir, del tiempo de que disponemos no para desempeñar un trabajo remunerado, sino para dar rienda suelta a todo aquello que no está  circunscrito a lo que hacemos como parte de nuestras  responsabilidades laborales. Es el tiempo para ejercitar  el músculo en una sociedad sedentaria; el tiempo para  desarrollar  la imaginación en una sociedad ahíta de rutina; el tiempo donde uno pueda ser alguien  mas allá de todo rango social. Pero también la recreación es una profesión, un espectáculo que, al convertirse en profesión, deviene en una industria de las mas lucrativas y poderosas de la sociedad actual.  Su razón de ser  es  obtener un goce cuyo objetivo es el placer mismo sin  procurar otra recompensa.

Cada día se emplean más recursos  económicos, tecnológicos y  humanos destinados a la recreación. Todo lo cual se debe a los efectos en la vida cotidiana de la revolución científico-tecnológica que hace que el tiempo destinado a la recreación sea cada vez mayor. La tecnificación del trabajo manual e, incluso,  intelectual  está haciendo que el cuerpo humano se convierta  en un objeto estético, cuyo valor se mide tan solo por el goce que suministra. Esto hará que el tiempo destinado a la recreación sea cada vez mas valorizado. Esto hará igualmente  que  el poder económico, político y social (status) que de ahí se deriva sea cada día mayor. Todo lo cual obligará a los poderes formales (Estados nacionales u organismos internacionales)  a  establecer normas, lo mismo  a que pensadores y líderes espirituales establezcan lineamientos  axiológicos  y humanísticos, en procura de que los ingentes recursos destinados a la recreación no sean ocasión para la corrupción, sino instrumentos para la edificación de una sociedad donde el ser humano pueda disfrutar del goce de  la plenitud existencial.  

Paradójicamente, la crisis de la FIFA debe  invitarnos a soñar con ese mundo de maravillas, donde Alicia seamos cada uno de nosotros si  hacemos del deporte una práctica para (re)crearnos como seres humanos plenos. Tal fue el ideal que inspiró en la Grecia clásica la tradición de los juegos olímpicos. Y si alguien quiere un ejemplo en nuestros días, baste con mencionar un nombre: CUBA.

* Filósofo costarricense, ex Ministro de Cultura y miembro de la Academia Costarricense de la Lengua.

No hay comentarios: