sábado, 20 de junio de 2015

Guatemala: Impunidad, corrupción, el valor en la producción y algunas propuestas

Cuando reina la corrupción y la impunidad, surgen de la noche a la mañana nuevos millonarios que son simple y llanamente “rateros de cuello blanco”, a quienes se les tiene que rendir pleitesía y más aún, saludarlos como próximos gobernantes.

Constantino Estrada / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México

Dedicado al único amor que se puede compartir a manos llenas: Guatemala.

Partimos de esta premisa: la corrupción se convierte en un falso paradigma a imitar. La corrupción genera impunidad y viceversa, es una especie de señal  que emana de falsos líderes, empresarios y funcionarios públicos, especialmente de jueces y magistrados encargados de aplicar la justicia, con las excepciones pertinentes. La impunidad es un escudo que protege a los corruptos de cualquier procedencia.

Las organizaciones sociales, empresariales, gremiales, partidos políticos y la población en general la observa y la siente natural por lo que en su subconsciente queda grabado y caen como presas fáciles, convirtiéndose en corruptos y corruptores, multiplicando así este cáncer conductual y delincuencial. Por ello, la importancia de combatir esta lacra social y aplicar la ley castigando metiendo a los corruptos a la cárcel.

A la sociedad se le ha enseñado, como dicen en México, que “el que no tranza no avanza” y por lo tanto se vale robar. Todo un país se puede echar a perder por estas conductas. Es más, puede caer en la miseria absoluta, que el turismo extranjero decida no visitarlo, por temor a ser timado, engañado, extorsionado y quizá hasta ser asesinado, males que son aristas de esta enfermedad que se desarrolla cuando reina la impunidad. Al interior de nuestras naciones se daría una guerra sin cuartel, pisoteándonos unos a otros, robando, robando... hasta que nuestros niños lo vean como normal.

Cuando reina la corrupción y la impunidad, surgen de la noche a la mañana nuevos millonarios que son simple y llanamente “rateros de cuello blanco”, a quienes se les tiene que rendir pleitesía y más aún, saludarlos como próximos gobernantes. Para constatar esto, los invito a que vean la película “La Ley de Herodes”.

Hay muchos ejemplos de los daños colaterales que produce la corrupción, por ejemplo cuando se roba con el camuflaje de una licitación pública, realizada ex-profeso, también despojas el fruto del trabajo de un hermano, de tu padre, de tu hijo o de un amigo, dejas con hambre a niños y a los jóvenes sin educación y a los enfermos proletarios sin medicinas. Provocas muerte, más pobreza y desesperanza en la población.

Todo este relato, viene al caso, porque a la sociedad y a sus niños no se le ha enseñado, que la honestidad y la ética generan riqueza. Que el valor de las mercancías tiene adentro el fruto (valor) del trabajo del hombre o la mujer. Ese valor es la riqueza fundamental de la mercancía, los demás componentes: valor de uso y valor de compra son simplemente para causar el trueque comercial. Cuando no se reconoce el valor (el espíritu del trabajo del obrero, campesino, artesano o trabajador en general) en absolutamente todas las mercancías, los consumidores simplemente pasan al grueso de una sociedad objetivada, es decir, solo admiran y veneran el objeto.

Si nos llega a quedar bien claro esta definición de los componentes de las mercancías, se comprendería que la honestidad sería factor de riqueza para todos los humanos. El ser humano quedaría totalmente valorado con toda justicia, ya que se le pagaría por el valor que le impregna a las cosas, aun trabajando en la producción de cantidades industriales, no se diga cuando su producción es artesanal, aquí se siente y percibe hasta el moldeo artístico que hacen las manos del artesano. Por eso una pieza artesanal puede tener más valía.

La creatividad en la mercancía, su producción y distribución desarrolla riqueza en los productores asociados en una cooperativa. Este accionar logístico genera empleo para mucha gente, que por obvias razones tendrán que recibir una remuneración justa y enriquecedora, ya que todos son propietarios. Esto produce riqueza, sin necesidad de “ser tranza” (ladrón).

Hay muchísimos más ejemplos donde inclusive un simple obrero puede ser rico (cubrir sus necesidades básicas y las de su familia con los bienes muebles e inmuebles fundamentales), cuando la empresa donde trabaja tiene principios éticos y honestidad en su producción, y crea una especie de escalafón que ayuda a crecer al obrero, dándole preparación y ganar más, produciendo artículos de mayor calidad. Aquí ganan todos, hasta el consumidor.

En otro punto, ¿cuándo se ha visto algún anuncio del gobierno o de los empresarios, que señale el camino de la honestidad de los ciudadanos y que estos pueden ascender a una riqueza, sin necesidad de corromperse? ¿Quién tiene que marcar el ejemplo? En realidad todos los sabemos, en el hogar recae en los papás, en el hermano mayor… y en la sociedad, ya se dijo el ejemplo lo deben de marcar los gobernantes y los empresarios. Cabe aclarar, hay empresarios ejemplares que han realizado su fortuna con mucho esfuerzo y trabajo.

Algunas propuestas. ¿Qué hacer para ayudar a romper éste círculo vicioso: corrupción-impunidad-corrupción? Se pueden proponer variadas respuestas, entre ellas que personas de reconocida honorabilidad, quizá organizadas en un frente contra la impunidad (recordemos que la CICIG no es para siempre), para que esté siempre alerta y descubra estas prácticas. Utilizar las herramientas a nuestro alcance, como la denuncia, exigir siempre transparencia y publicar en que se emplea el dinero del erario (tesoro del pueblo). Impulsar una educación anticorrupción y contra la impunidad no escolarizada, es decir en los medios de comunicación (TV, Radio, Prensa e Internet) y también escolarizada, en las aulas, desde primaria. De esta forma se estaría creando una sociedad bien formada e informada en los asuntos públicos.

Es importante que en una nueva ley electoral, en varios artículos se desarrolle la propuesta consistente en poner un filtro para los candidatos donde pasen un examen relativo a sus principios morales y éticos. Además que realicen su declaración de bienes patrimoniales y cómo los adquirieron. Ello ayudaría a tener dignos candidatos y por ende con una posibilidad menor de corromperse. Romper la vieja imagen de que los políticos ascienden al poder para enriquecerse y rescatar la imagen aristotélica que define al político como un servidor del pueblo.

Exigirle al TSE que difunda spots en tv, radio y espacios públicos donde se exhiban los delitos electorales, para que a los políticos les quede bien claro, que de cometer alguna de estas transgresiones, los puede llevar directo a la cárcel. A la vez, que  la gente se entere que es indigno recibir dádivas en períodos electorales. Es lógico pensar, que si un partido político hace su campaña electoral con conductas corruptas, como  la compra de votos, entonces sin duda alguna serán sus funcionarios deshonestos en el poder. 

Se vale intentarlo. El amor de todos, Guatemala, nos lo agradecerá.

*El autor es ciudadano guatemalteco, latinoamericanista, egresado de la licenciatura de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, México.

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