sábado, 7 de junio de 2014

Las voces de Tiananmen y la abdicación del rey de España

Parece que la realidad es cíclica y, por suerte, nuestra generación también ha visto cómo los mudos se cansaron de ser enmudecidos. Los invisibles no soportaron ser más invisibilizados y los oprimidos se negaron a ser más dominados

Óscar Ureña García* / Especial para Con Nuestra América

En Madrid, los ciudadanos reclamaron
un referéndum sobre el futuro de la monarquía.
Esta semana se celebran 25 años de la rebelión cívica en la plaza de Tiananmen, China. Junto a esta conmemoración, la abdicación del Rey Juan Carlos I de España, ha generado una serie de manifestaciones sociales en las que miles de jóvenes exigen un referendo para decidir el futuro de la monarquía. Estos acontecimientos tienen un hecho en común: ambos casos demuestran que la idea de que el mundo es de los adultos, políticos o empresarios, caducó de manera definitiva.

No es algo que surgió de un pestañazo. En los años 60, hubo un despertar. Las políticas de muchos adultos inescrupulosos provocaron que en Norte América y Europa surgieran movimientos de jóvenes que empezaron a tener voz. Guerras atroces (como lo son todas las guerras) y políticas ilógicas que mataban a los condenados y empobrecían a los pobres, generaron que una nueva generación se expresara en diferentes partes del mundo. Muchas de esas voces fueron silenciadas violentamente, como sucedió en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en México, o como también aconteció hace 25 años en la plaza de Tiananmen, en China. Ejemplos que demuestran que el mundo mostró la necesidad de escuchar el imponente grito de los jóvenes, sofocados por la injusticia del sistema opresor.

Parece que la realidad es cíclica y, por suerte, nuestra generación también ha visto cómo los mudos se cansaron de ser enmudecidos. Los invisibles no soportaron ser más invisibilizados y los oprimidos se negaron a ser más dominados. Las redes sociales fueron la mecha que sirvió para la explosión de la Primavera Árabe, en la que miles de jóvenes, y otros no tan tanto, alzaron su alarido de descontento y generaron cambios en sus países.

En Chile, los universitarios no soportaron que el Estado quisiera negarles una educación accesible. No gratuita, sino posible. Y pusieron en jaque a la idea de que los jóvenes, de clase media o baja, tienen que conformarse con lo que otros decidan por ellos.

Los indignados españoles se hartaron de los indignos y se encumbraron en un grito de “Basta”, porque la representatividad dejó de representarlos desde hacía muchos años. Se levantaron con la garganta ensanchada y se hicieron escuchar. Esta semana, muchos de esos jóvenes, regresaron a las calles para exigir que se convoque a un referendo para decidir si España continúa con la Monarquía Parlamentaria.

Esta semana se celebran 25 años de la rebelión cívica en la plaza de Tiananmen. Y entre reportajes que no dicen nada y notas breves en nuestros telenoticieros, aunado a la abdicación del Rey de Juan Carlos I, estos acontecimientos nos invitan a reflexionar que la voz de los jóvenes tiene que elevarse con más fuerza. Nos exige reconocer que lo más importante es que nos motivemos a dejar de lado ese engaño, esa idea infundada que generaron algunos políticos para adormecer, de que tendremos derecho a decir, hacer, pensar, hasta que tengamos cierta edad, cierto poder adquisitivo y cierta visión del mundo.

Lo que sucedió en China y lo que hoy acontece en España nos invita a soñar con más fuerza lo que tanto ha proclamado el periodista y pensador uruguayo, Eduardo Galeano: “Otro mundo es posible”.

No hay comentarios: