sábado, 21 de enero de 2012

Sigue el ruido Abajo y a la Izquierda

Desde el 30 de diciembre de 2011 y hasta el 2 de enero de 2012 se reunieron representantes de movimientos sociales antisistémicos de todo el mundo en San Cristóbal de las Casas, Mexico. La principal motivación fue la conmemoración de los 18 años del levantamiento indígena Zapatista. El encuentro contó con la presencia de líderes populares que debatieron en torno de los límites del capitalismo, la creación de formas alternativas de democracia y los modos de comunicar las diferentes luchas de Occidente. ¿La consigna? “¡Estamos hasta la madre!”

Victoria Darling / Especial para Con Nuestra América

Con la presencia de dirigentes de movimientos sociales y políticos de Mexico, Chile, España, Estados Unidos, Francia y Grecia, se desarrolló en el estado mexicano de Chiapas, el II Seminario internacional de reflexión y análisis: “Planeta tierra: movimientos antisistémicos”.

Los debates giraron en torno de los levantamientos que vienen ocurriendo a escala mundial y sus vínculos, se afirma que los alzamientos populares en Túnez y en Grecia, los “indignados” de España así como los jóvenes de Wall Street están demostrando su hartazgo hacia un capitalismo corporativo profundamente injusto. Jérome Baschet, doctor en Historia por la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París comentaba: “El movimiento mundial ha surgido como un cruce de todas las luchas: la lucha contra el despojo de bienes materiales, de tierras, de formas de vivir, de capacidad de decidir. Es un movimiento que convoca a todos los que se sienten desposeídos”.

Y en la misma tónica, Boaventura de Sousa Santos -sociólogo director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, Portugal- declaraba que no se puede mirar desde la izquierda y luchar contra el capitalismo sin tomar como referente al EZLN y la lucha que comienza en todo el mundo con el levantamiento indígena de las montañas del sureste mexicano.

Entretanto, la conmemoración de los 18 años del levantamiento zapatista se desarrolló en cada una de las Juntas de Buen Gobierno, en los Caracoles de Oventic, La Garrucha, Roberto Barrios, Morelia y La Realidad. Allí se desarrollaron actividades artísticas, recreativas y de recuperación de imágenes, relatos y testimonios de los años de lucha y resistencia.

En la memoria quedaba el último mensaje público de diciembre de 2011 del Subcomandante Marcos afirmando que es necesario apoyar el cambio en las bases para respaldar a los dirigentes zapatistas más jóvenes de modo que lleguen a la Comandancia.

El contenido del Encuentro de San Cristóbal fue retransmitido por diferentes colectivos en diversas latitudes. Entre los discursos de los intelectuales que respaldan al Ejército Zapatista de Liberación Nacional desde sus orígenes, estuvieron Pablo González Casanova –Sociólogo reconocido, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de Mexico- y Luis Villoro –Filósofo con quien recientemente el Subcomandante Marcos mantuvo comunicación epistolar abierta sobre política y ética-. Ambos saludaron con orgullo la lucha zapatista y animaron las razones del encuentro.

Uno de los mensajes que aún resuena con intensidad fue el de Pablo González Casanova, quien señaló 17 llamados para continuar en una lucha popular efectivamente antisistémica. Llamó a “perder el miedo” como requisito para pensar y actuar, a “aclarar nuestras diferencias internas con un nuevo estilo de discutir y acordar”, a “rechazar terminantemente la lógica de la caridad y del paternalismo, pues ambas ocultan la manipulación” autoritaria, llamó también a “combinar la lucha por los derechos de los pueblos, los trabajadores y los ciudadanos con la lucha por la construcción de una sociedad alternativa en que los colectivos de los buenos gobiernos practiquen el mandar obedeciendo”, y a “dar los pasos necesarios para que el proyecto emancipador sea realmente incluyente, y dé lugar a un trato respetuoso de las diferencias de raza, sexo, edad, preferencia sexual, religión, ideología y nivel educativo”.

En el marco del llamado, convocó a “combatir el maniqueísmo, y retomar el tipo de discusiones que invocan a los clásicos para comprender el aquí y el ahora, e incluir sus narrativas y reflexiones en la memoria creadora de nuestras generalizaciones”. El objetivo no es otro que el de “reconocer que en todos los grandes movimientos, los pueblos –con una razón de enorme peso– no se inclinan por una revolución violenta, sino por la ocupación pacífica y multitudinaria de la sociedad y de la tierra”.

En ese sentido, animando la lucha pacífica y democrática, incitó a “insistir en que los pobres de la tierra y quienes estamos con ellos debemos enfrentar la guerra de espectro amplio en el terreno de la educación para pensar y hacer, en el terreno de la economía de la resistencia que cuida el pan y el agua, el fogón y el techo, los servicios de salud y de seguridad: el tejido social de la familia y el de la comunidad, y el de una clase trabajadora que reestructure la unión necesaria de los trabajadores regulados y desregulados; en la lucha ideológica contra las corporaciones, los líderes amarillos y las mafias que ocultan su guerra depredadora (…) cada vez más conscientes de que la guerra actual de intimidación y corrupción busca sobre todo el despojo de los territorios comunales, de las parcelas campesinas, de las tierras nacionales, de los bosques y las minas, de los viveros de petróleo y de los mantos acuíferos; de los suelos y los subsuelos, de las costas y las tierras.”

Estas declaraciones enmarcaron el Encuentro y delimitaron discusiones que no se centraron en teorías o metodologías de lucha sino en un análisis de los aprendizajes que los propios pueblos hacen de otros. Pareciera un acuerdo que tenemos la posibilidad de enriquecer nuestro conocimiento con las preguntas que los pueblos se hacen y con las respuestas que se dan. En las movilizaciones recientes hay sentidos y reclamos en común. Afortunadamente, como señalan los indígenas aimaras, el presente contiene múltiples futuros posibles.

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