sábado, 9 de julio de 2011

México: El PRI prepara su vuelta al gobierno

Aún hay tiempo para que la izquierda mexicana trate de evitar un nuevo ciclo del PRI en el poder, comenzando por un retorno a sí misma, recuperando la unidad interna y ampliando sus alianzas.

Emir Sader / ALAI

El próximo año, en julio, México elegirá su futuro presidente. Las tres elecciones para gobiernos estaduales –especialmente la del Estado de México– funcionan como una previa en relación a la presidencial.

El triunfo arrasador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) –que conserva gobiernos con gran margen de votos– proyecta para 2012 el favoritismo de ese partido para volver a gobernar México. El PRI, que había gobernado ese país durante seis décadas de forma ininterrumpida, fue sustituido no por una alternativa sustancial a su política –que habría sido representado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) -, sino por el Partido Acción Nacional (PAN), de Vicente Fox, que dio continuidad al neoliberalismo implantado y ahora debe ceder de nuevo la presidencia al PRI.

En las elecciones de 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador, el candidato del PRD, fue claramente perjudicado por fraude y, por tanto, derrotado por Felipe Calderón por un margen mínimo de votos, tanto el PAN como el PRI estaban debilitados, presentándose la mejor posibilidad de su sustitución por la izquierda. Que tendría que gobernar en una situación difícil, no solamente por la crisis económica y social que heredaría, sino también por las amarras del Tratado de Libre Comercio, que ata su economía a la de los Estados Unidos. Pero la propia crisis habría posibilitado que México pudiera diversificar mínimamente su comercio exterior, hoy con más del 90% con la economía norteamericana en recesión.

Sin embargo se configuró una vez más –el otro fue en la década del 80, con la victoria de Cuahutemoc Cárdenas, robada por el candidato del PRI– el fraude. Y, en un sistema, ante todo antidemocrático, en el que no hay segunda vuelta, incluso triunfante de forma muy cuestionada, Calderón tuvo el mandato de seis años.

Sin legitimidad, él decidió colocar la “guerra al narcotráfico” en el centro de su mandato, intentando con eso, conquistar el apoyo que las urnas no le habían dado. Enfrentó un problema gravísimo, dado que el corredor que lleva las drogas hacia EE.UU. -el mayor mercado mundial de consumo de drogas– pasa por México, movilizando cantidades millonarias de recursos, armas y grupos de narcotraficantes organizados.

La acción de ocupación militar desarrollada por el gobierno Calderón puso gasolina en el fuego e hizo que los enfrentamientos armados suban a un nivel hasta entonces desconocido por los mexicanos, aproximando el país a lo que Colombia había vivido. Al mismo tiempo, la crisis económica, que tiene en los EE.UU. su epicentro y a México como un país totalmente dependiente de esa economía –prácticamente sin comercio con China, con India, con América del Sur, los sectores del mundo más dinámicos económicamente–, empeoró aún más la situación del país y del gobierno.

El PRI, que mantuvo su maquinaria política en los estados, apoyó al gobierno, pero fue manteniendo cierta distancia, para aparecer ahora como alternativa –sin que lo sea en el contenido de las políticas– al agotamiento del PAN. La oposición, por su parte, esta vez no se presenta unida en torno a López Obrador, como en 2006, con conflictos internos en el PRD y con el mandatario de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, como eventual candidato alternativo a López Obrador.

En suma, una situación muy difícil para que México pueda romper con el círculo vicioso que lo ha dejado dependiente de EE.UU., preso del mecanismo perverso del narcotráfico y de la violencia y distante de los procesos de integración latinoamericana y del dinamismo del Sur del mundo. Aún hay tiempo para que la izquierda mexicana trate de evitar un nuevo ciclo del PRI en el poder, comenzando por un retorno a sí misma –recuperando la unidad interna y ampliando sus alianzas-, para impedir, a partir del año próximo, un nuevo mandato de 6 años –esta vez del gobernador que termina su mandato en el Estado de México, Enrique Peña Nieto- del tradicional partido que dirigió México por 6 décadas el siglo pasado.

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