sábado, 4 de septiembre de 2010

Compañero Evo: sin ejército es mejor

Una de las razones fundamentales del éxito costarricense en el combate a la desigualdad está, no cabe duda, en que no tiene un ejército al cual deba apertrechar y mantener.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
rafaelcuevasmolina@hotmail.com
El compañero Evo Morales, dirigente de uno de los más interesantes procesos de transformación social que se llevan a cabo hoy en América Latina, declaró en estos días, en el marco de un discurso dirigido a las Fuerzas Armadas de Bolivia: "Antes de venir a este acto preguntaba a algunos ministros: una nación sin Fuerzas Armadas no existiría”, y sus ministros le corrigieron que no, que ese país sí existe, y que es Costa Rica.
Efectivamente, compañero Evo, en Costa Rica no hay ejército desde 1949. Sabia decisión la de los costarricenses, inédita en el belicoso mundo contemporáneo. Idea, por demás, que ha empezado a ser reeditada por otros países, uno de ellos Panamá, su vecino.
A estas alturas, quisiera hacer una breve digresión personal. Provengo de un país, Guatemala, en el que las Fuerzas Armadas han jugado un papel ominoso. Tal vez lo que más distingue el accionar del ejército de mi país del de otros de América Latina sea la barbarie con la que llevaron a cabo el papel que, mal que bien, otros también cumplieron. ¿Hay que ponerse a hacer una relación del papel que han jugado los ejércitos en América Latina? ¿Hay que recordar a Chile, Uruguay, Argentina, Haití o la misma Bolivia?
En abril del 2009, cuando José Mujica había recién asumido la presidencia del Uruguay, el entonces presidente de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, le envió una carta en la que lo convocaba a disolver las Fuerzas de su país porque son y han sido siempre “enemigos del desarrollo, enemigos de la paz, enemigos de la libertad y enemigos de la alegría”. Independientemente de las posibles segundas intenciones del señor Arias al enviar esa carta, no cabe duda que pone sobre el tapete un tema pendiente que debe ser discutido en América Latina.
Mariana Contreras, desde el Semanario Brecha, del Uruguay, luego de hacer un recuento de las múltiples reacciones adversas que tal excitativa levantara en ese país, reflexiona y dice: “Arias introdujo un tema de debate que dejaría a las Fuerzas Armadas sin su principal misión en tiempos de paz: no son necesarias para la defensa de la soberanía en la custodia de las fronteras, el espacio aéreo y el mar territorial, porque esas tareas pueden ser cumplidas por una guardia civil debidamente equipada.” Y agrega: “Pero ¿cuál es la diferencia conceptual y fundamental entre las Fuerzas Armadas y una guardia civil, si en definitiva cumplen las mismas funciones? Es una diferencia profunda. Las Fuerzas Armadas están entrenadas siempre para, en última instancia, matar. Y la Policía tiene por misión sostener el orden público[1].
Según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), América del Sur destinó, en el año 2008, 34.100 millones de dólares al gasto militar, que se elevan a 51.110 millones de dólares en cálculos del Centro de Estudios Nueva Mayoría de Buenos Aires, que publica el Balance Militar de América del Sur. Esta última cifra es similar a los recursos que han destinado los gobiernos de la región a combatir los efectos sociales de la crisis económica global.
En el último informe del PNUD sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, titulado Actuar sobre le futuro: romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad, se dice: “La desigualdad es una de las principales características que de­finen la historia de América Latina y el Caribe. Una muy alta y persistente desigualdad que, acompañada de una baja movi­lidad social, han llevado a la región a caer en una 'trampa de desigualdad'. En un círculo vicioso difícil de romper. ¿Cómo podemos acabar con esta situación?"[2]
Los últimos resultados de la CEPAL, ofrecidos en el mes de julio recién pasado, muestran que Costa Rica, un país chico, sin petróleo ni gas, ni ningún mineral o recurso natural estratégico de alta demanda en el mercado, se encuentra entre los tres países de América Latina que logran mostrar menores índices de desigualdad. Una de las razones fundamentales del éxito costarricense en este sentido está, no cabe duda, en que no tiene un ejército al cual deba apertrechar y mantener.
Compañero Evo: sin ejército es mejor.
NOTAS
[1] Mariana Contreras; "Las Fuerzas Armadas. ¿Para qué"; En Semanario Brecha, 8 de abril de 2010.
[2] . Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); “Prólogo”; Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010; Actuar sobre el futuro: romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad; San José, Costa Rica; 2010; p.6.

1 comentario:

Jaime Delgado Rojas dijo...

Rafa, me encantó tu artículo. A uno esas cosas le generan bronca: defender el país sin ejército en el que estamos, pero sin caer en el chovinismo barato de la derecha, e incluso con notas xenofóbicas y discriminadoras. Por esto preferí abstenerme y ahora, después de leer el tuyo, creo que vos si tenés suficiente autoridad para escribirlo: venís de un país con ejército y vivis entre nosotros.