sábado, 21 de octubre de 2017

Régimen de excepción y superexplotación del trabajo

Hay que rescatar la importancia de las relaciones de trabajo, en un mundo en el que, más que nunca, la mayoría aplastante de la humanidad vive del trabajo, por más diferenciadas que sean esas actividades.

Emir Sader / El Telégrafo (Ecuador)

Conforme los trabajadores fueron logrando disminuir la duración de la jornada de trabajo, los grandes empresarios fueron implementando métodos nuevos de explotación de la fuerza de trabajo. Como no podían disponer de los trabajadores por tantas horas, han tenido que implementar la productividad del trabajo, la utilización de la mano de obra de manera más intensa, para mantener e incluso extender la extracción del excedente.

En el centro del capitalismo ese mecanismo ha permitido un gran ciclo de desarrollo económico, que ha combinado expansión e integración de amplios sectores de la clase trabajadora. Mientras que, en la periferia, los mecanismos han sido otros. Llegando retrasada al mercado internacional, las burguesías periféricas han intensificado la explotación de la clase obrera para lograr condiciones competitivas en el plan internacional, que les permitiera encontrar espacios en ese mercado. De ahí que los mecanismos de superexplotación se hayan desarrollado tan ampliamente en la periferia.

La categoría de superexplotación del trabajo es parte inherente de la teoría marxista de la dependencia, elaborada por Ruy Mauro Marini, gran intelectual brasileño, que ha vivido y producido prácticamente toda su obra en el exilio, en Chile y en México, siempre asociada a la militancia política, en Brasil en la organización Política Obrera (Polop), en los otros países en el MIR chileno. Su obra articula una concepción de cómo en la periferia se combinan la dependencia externa con las condiciones específicas de la lucha de clases, particularmente de la extracción del excedente.

Es solo en ese marco teórico que se puede comprender a cabalidad el significado y el lugar de la superexplotación del trabajo. Se trata de formas agregadas de explotación, de extensión de la jornada y de intensificación de la explotación que, combinadas, generan mecanismos que elevan la explotación muy por encima de las condiciones normales, estructurales de extracción de la plusvalía. Esos mecanismos, a su vez, bloquean cualquier posibilidad de expansión del mercado interno de consumo popular, porque se remunera a los trabajadores por debajo de sus necesidades básicas. De ahí que los modelos de acumulación en la periferia dependan de las altas esferas de consumo del mercado y de exportación.

La superexplotación requiere, a su vez, condiciones políticas para que se efectúe. En Brasil, fue indispensable el bloqueo salarial  para que se diera el ‘milagro económico’ durante la dictadura militar. Fue el santo del milagro económico. La dictadura combinó así la represión política con la superexplotación de los trabajadores.  Las restauraciones neoliberales en países como Argentina y Brasil concentran gran parte del accionar de los gobiernos en generar las condiciones de elevar la explotación de los trabajadores.

Los regímenes de excepción, en que el Poder Judicial ya no es garante del Estado de derecho, en que gobiernan los banqueros, en que se impone la tercerización de las relaciones de trabajo, en que se retira las defensas de los sindicatos para defender las conquistas de los trabajadores, en que se impone el Estado mínimo, con la centralidad del mercado, es el mejor escenario político para que la superexplotación de los trabajadores se imponga.

Hay que rescatar la importancia de las relaciones de trabajo, en un mundo en el que, más que nunca, la mayoría aplastante de la humanidad vive del trabajo, por más diferenciadas que sean esas actividades.

La teoría marxista de la dependencia de Ruy Mauro Marini es el mejor marco teórico para ese indispensable rescate.


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