sábado, 19 de noviembre de 2016

Trump, aberración neoliberal

Trump difícilmente logrará cumplir lo que prometió. Ya dijo que deportará “solamente” a 3 millones (misma cantidad de deportados por Obama), el muro se está convirtiendo “en vallas en algunos lugares”. Pero lo que sí ha logrado es desencadenar los extremos sentimientos de odio hacia mexicanos, musulmanes, homosexuales y feministas. Ha soltado pues, a los peores demonios que agazapados estaban esperando una oportunidad.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

El día de las elecciones estadounidenses supe que Trump las ganaría, cuando a las 9 de la noche me percaté que el índice  de la Bolsa de Nueva York estaba descendiendo. Finalmente, la candidata del gran capital global era Hillary Clinton y Trump era visto como peligroso para este gran capital. Supe también que no era para tanto, cuando percibí que al  día siguiente el referido índice ya estaba subiendo. El filofascista ganador de la justa presidencial estadounidense ya empezaba a enviar señales tranquilizadoras y no ha dejado de hacerlo desde que triunfó. ¿Por qué un millonario puede resultar tan peligroso para sus congéneres?

La respuesta está en que Trump ganó la presidencia (que no el voto popular) porque se montó en el descontento acumulado por el neoliberalismo que se empezó a aplicar en su país, desde que Reagan llegó a la Casa Blanca. Las políticas neoliberales desmantelaron el sueño americano (casita propia, trabajo estable, auto, vacaciones pagadas y jubilación decorosa). La crisis de 2008 que empezó en Estados Unidos de América y se propagó mundialmente, acabó de enterrar ese sueño. Desde antes de dicha crisis se observaba la tendencia que llevó a más de 60 mil establecimientos industriales a cerrar por la quiebra o porque sus propietarios llevaron sus inversiones a países de mano de obra barata. El desempleo no ha cesado de crecer y hoy llega a 17 millones de personas en paro y muchos millones  más en precariedad laboral y sueldos miserables. Casi dos terceras partes de los estadounidenses tienen una capacidad de ahorro ínfimo y buena parte de los estudiantes universitarios al egresar están endeudados por años para pagar su educación. En 2011, tres millones de personas habían perdido sus casas desde el comienzo de la crisis y millones más las perderían en los años siguientes. Las aventuras bélicas imperialistas contribuyeron a un endeudamiento astronómico: 60 billones de dólares a fines de 2013, un 25% de la deuda mundial.

Trump prometió gravar las importaciones chinas y mexicanas, castigar con impuestos a empresas que se llevaran sus inversiones fuera de los Estados Unidos, exigir que los aliados del imperio también pagaran por las guerras imperiales, deportar 11 millones de indocumentados que  supuestamente les quitan el empleo a los estadounidenses, construir un muro para frenar la estampida migratoria que el neoliberalismo ha provocado en el sur. Logró el apoyo de la ultraderecha defendiendo la libre venta de armas (pese a las masacres que ocasionan en manos de lunáticos), atacando la reforma de salud de Obama (la cual piensa desmantelar), denostando el derecho de las mujeres a decidir, agitando el racismo, la xenofobia y la homofobia.

Trump difícilmente logrará cumplir lo que prometió. Ya dijo que deportará “solamente” a 3 millones (misma cantidad de deportados por Obama), el muro se está convirtiendo “en vallas en algunos lugares”. Pero lo que sí ha logrado es desencadenar los extremos sentimientos de odio hacia mexicanos, musulmanes, homosexuales y feministas. Ha soltado pues, a los peores demonios que agazapados estaban esperando una oportunidad.

Ahora, les ha llegado.

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