sábado, 26 de noviembre de 2016

El futuro de la integración regional necesita de nueva teoría y estrategia

La integración hay que reconstruirla, aprendiendo de los errores y debilidades, de mano de una teoría económica latinoamericana y latinoamericanista que rescate el pensamiento crítico, de estrategias comunes y unívocas, hombro con hombro, desde abajo, trabajadores, intelectuales, académicos, empresarios, parlamentarios, estudiantes. Y con mucho debate.

Aram Aharonian / Revista Sur y Sur

En momentos en que se manifiestan presiones para desarticular el regionalismo en nombre de “estar abiertos al mundo” existe una preocupación común compartida por sectores económicos, sociales, sindicales y académicos progresistas de la región sobre la necesidad de un debate concreto de prospectivas y propuestas en el marco de críticos cambios estructurales en el comercio y la economía mundial, y de una ofensiva regresiva desestructuradora de los procesos de integración y la unidad regional.

La presencia de un centenar de académicos, trabajadores, empresarios, estudiantes, funcionarios, parlamentarios y especialistas en la temática, en la antigua Casona Mauá de la capital uruguaya, en el foro “El Futuro de la Integración Regional”, convocado por la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y con el apoyo de la Presidencia pro-témpore del Mercosur, demostró la urgencia de la interpelación de posiciones.

El objetivo del foro era el de generar un ámbito propicio para el análisis de la situación actual y las tendencias en la región, a fin de comprender desafíos y contribuir a la generación, debate y presentación de propuestas conjuntas y concretas en los ámbitos político, económico, social y ambiental.

Cinco paneles-mesas de trabajo simultáneos, analizaron la coyuntura económica: impacto de la crisis global sobre la región y los procesos de integración; la integración con la economía mundial, la integración productiva, la dimensión social de la integración y la integración financiera.

Y así, el encuentro sirvió para  afirmar la necesidad de la unidad y la integración regional, dándole la cara a las posiciones y presiones favorables a la desintegración y reversión de los avances logrados a lo largo de décadas, afrontando conjuntamente la nueva realidad  regional y mundial, que suma un nuevo signo de interrogación con la elección de Donald Trump y las presiones de firmar acuerdos comerciales con países desarrollados que perjudicarán aún más nuestras posiciones y nuestra soberanía.

Vivimos un momento en que la  apertura  irrestricta de  mercados entre  países centrales y periféricos, en un crítico marco de la economía mundial,  puede ahondar aún más  la asimetrías de la región con el mundo, y también las intrarregionales. Hay cambios importantes en el mundo, donde el Reino Unido sale de la Unión Europea y cuestiona el movimiento de globalización tradicional. El resultado de las urnas en EEUU apunta también a otra forma de globalización neoliberal. “Entender esta complejidad es fundamental para tomar decisiones más profundas y adecuadas al momento que estamos viviendo hoy”, señaló el académico brasileño Marcio Pochmann.

La coincidencia fue la necesidad de una integración productiva, financiera  y social,  y que requiere un diagnóstico preciso de los errores, para avanzar hacia una estrategia común  con  políticas  activas  de complementación y desarrollo, y una nueva teoría económica propia.

Especial preocupación de los panelistas fue el hecho de que la desintegración “globalizadora” amenaza a los derechos sociales y laborales y puede  generar tensiones y conflictos regresivos: proteccionismo chovinista  reactivo,  tensiones migratorias.

Se expusieron alternativas, propuestas viables para relanzar la integración regional  y  armonizar  los vínculos  con el mundo, construyendo la teoría, la estrategia común, colectivamente, pero con la preocupación general de saber leer correctamente las debilidades y  los errores cometidos. Se resaltó la necesidad de examinar por qué fracasó nuestra integración y justificar por qué la necesitamos, porque sin integración no tenemos salida.

Para el exvicecanciller uruguayo Roberto Conde se debe tener el coraje de analizar esto con el rigor de la ciencia social, la ciencia política, la sociología del poder, ya que el programa de trabajo de Ouro Preto (2004), generado por los gobiernos progresistas, nunca se cumplió, ni en el terreno institucional, ni en el de la integración económica, ni en el de la coordinación macroeconómica, ni en el de la concertación política ni en el de la participación social. “Tuvimos políticas públicas estratégicamente bien definidas, pero nunca logramos los suficientes recursos públicos como para llevar a cabo esas políticas. ¿Por qué?”, se preguntó.

El mundo desarrollado lo que exporta es conocimiento y artículos de alta y mediana tecnología y desde la región lo que exportamos son recursos naturales, y dependemos mucho de los precios internacionales. No aprovechamos ese buen momento de crecimiento que tuvimos en 2003-2004 para cambiar las estructuras exportadora y productiva. Y cuando los precios caen, significan un retroceso relevante que es lo que estamos viviendo ahora.

No cabe duda que hubo una presencia desestructuradora por parte de la corporaciones económicas trasnacionales, y por ejemplo el sector industrial de media tecnología más importante de la región, el automotriz, nunca formó parte del Mercosur y nunca se logró que las trasnacionales adoptaran una conducta integradora en un área industrial como esa.

Y los panelistas se preguntaron por qué las burguesías de Argentina y Brasil no lograron no solo complementarse económicamente, sino que otorgarse mutuamente libre comercio, cuando ahora, cada país por separado, está dispuesto a otorgar a Europa, a China, lo que no fueron capaces de darle a sus socios de la región.

Se alertó, asimismo, sobre un error político-estratégico muy grave de las fuerzas progresistas: despreciar la integración económica, sin la cual no hay verdadera integración y destacó el bloqueo a la integración financiera –por ejemplo a la capitalización del banco del Sur- porque su modelo se basó en la expansión de la actividad económica de los inversores y de las empresas brasileñas.

Además, pese al poder de las políticas públicas, nuestra integración fue impedida por los agentes económicos privados, que sin dudas van a ser deglutidos por el capitalismo global: el 70 u 80% de nuestras economías está en manos privadas. Sin duda, estamos sufriendo una crisis importante en nuestras burguesías nacionales que, además, están desapareciendo, digeridas, destruidas, por el capitalismo global, lo que significa una pérdida del patrimonio económico y productivo de nuestros países, un debilitamiento del potencial productivo en materia de conocimiento, de inversión, de capacidad productiva.

Los panelistas coincidieron en la necesidad de tener un discurso propio, un pensamiento económico propio en América latina, de delinear una estrategia, con visión geopolítica unificada y una estrategia de negociación. Hoy, Mercosur tiene que discutir como bloque un acuerdo de asociación estratégica con China, porque si no ésta fijará los términos. Hoy necesita un acuerdo estratégico – no un acuerdo de libre comercio- que incluya aspectos económicos, geopolíticos, de visión de los temas globales…

El mundo camina por cadenas de valores y nosotros no: tenemos que sembrar nuestras propias cadenas de valor regionales e internacionales, para avanzar en términos de alta y media tecnología, además de tener que darle a los recursos naturales más valor agregado y contenido tecnológico, coincidieron los panelistas.

Para generar esta cadena de valor, para avanzar en el proceso de integración hay que poner en claro que no hubo voluntad política para poder avanzar. Debemos pensar en empresarios nacionales, privados, de propiedad social, estatal, de empresas translatinas. Es necesario generar conciencia regional, en los partidos políticos, en los sindicatos, entre los empresarios.

Debemos producir conocimiento para que pueda ser difundido y, al mismo tiempo, nuevas posturas de nuestros gobiernos. Hay una integración productiva en nuestros países que es hecha fundamentalmente  por la voluntad de los mercados y nosotros somos tradicionalmente partícipes del mercado mundial, de las nuevas cadenas globales de valor, apenas en la parte formativa de las mismas, como productores y exportadores de bienes primarios, naturales.

La integración por la que luchamos es una integración más allá la exigencia de los mercados, soberana, que permita al pueblo alcanzar la condición  de soberanía e independencia frente a los mercados. Para ello es imprescindible la respuesta de los gobiernos, la respuesta de las políticas públicas, que sirvan para marcar un camino diferente que permita el pleno empleo de los trabajadores y condiciones de vida mejores para todos.

La integración hay que reconstruirla, aprendiendo de los errores y debilidades, de mano de una teoría económica latinoamericana y latinoamericanista que rescate el pensamiento crítico, de estrategias comunes y unívocas, hombro con hombro, desde abajo, trabajadores, intelectuales, académicos, empresarios, parlamentarios, estudiantes. Y con mucho debate.

Este foro de FILA amenaza con proseguir con Foz de Iguazú y en Buenos Aires, mientras grupos de trabajo van sumando elementos para la teoría imprescindible, la estrategia necesaria, para que la integración deje de ser una muletilla virtual y pase a ser una realidad.

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