sábado, 26 de septiembre de 2015

¿Llegó la crisis?

El desafío que ahora enfrentan los gobiernos de nueva izquierda es cómo preservar los logros sociales, a fin de no claudicar su misión política. Y la única vía posible, sobre las bases históricas del pasado, es mantener la inversión social y aprovechar la oportunidad para profundizar en la redistribución de la riqueza, que sin duda implica afectar más a quienes concentran esa riqueza.

Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)

Las crisis económicas son cíclicas en la historia contemporánea. Algunas han merecido particulares estudios. Antes de la famosa ‘crisis de los años 30’, las soluciones confiaban en políticas de mercados libres. Sin embargo, el New Deal de Franklin D. Roosevelt (1933-1945), con el que se atendió esta crisis, inauguró una serie de políticas que marcaron otro tratamiento: intervención a los bancos, regulación de actividades empresariales, aportes extraordinarios de los empresarios, inversiones estatales en obras públicas, empleos forzosos, subsidios, sanción por despidos, pensiones por desempleo, salud y jubilación, impuestos especiales, incremento del impuesto sobre las rentas, impuesto a las herencias y donaciones, elevación de salarios, protección a sindicatos. Roosevelt impuso un esquema de redistribución de la riqueza. La crisis fue superada y Roosevelt reelegido como Presidente de EE.UU. por tres ocasiones.

El derrumbe del bloque soviético, que dio fin al sistema socialista, tuvo un grave impacto sobre Cuba, que debió entrar en un ‘período especial’ (1992-1996) caracterizado por una crisis económica sin precedentes. El país debió tomar una serie de medidas, pero nunca abandonó las inversiones sociales que permitieron a los cubanos seguir contando con medicina y educación públicas, gratuitas y universales, ni se restringieron las inversiones en los campos culturales y deportivos, algo que la Cepal destacó a su debido tiempo.

Sin embargo, la ‘crisis de la deuda externa’ en América Latina, iniciada en 1982, fue atendida con otros criterios: reducción del gasto público, recorte de inversiones sociales, achicamiento del Estado, privatización de obras y servicios públicos, reducción de impuestos directos y expansión del IVA, aliento a las actividades privadas, apertura de mercados, contención de salarios, flexibilización del trabajo. Ecuador siguió igual camino, de modo que entre 1982 y 2006 los sucesivos gobiernos (exceptuando muy relativamente el período 1988-1992) privilegiaron los intereses empresariales, marginaron las políticas sociales, las inversiones estatales y las regulaciones del Estado sobre la economía, y exigieron el ‘sacrificio de todos’. Pero la riqueza se concentró como en ninguna otra época anterior, al mismo tiempo que cayeron las condiciones de vida y de trabajo de la población.

América Latina afronta hoy una coyuntura crítica sobre las economías. Brasil, Chile, Colombia, México y también Ecuador, empiezan por recortes al gasto público. Caen precios de exportaciones. Se esperan las medidas que puedan tomar Argentina o Venezuela. Y las derechas claman por recortes estales y fomento a las actividades privadas.

Pero el desafío que ahora enfrentan los gobiernos de nueva izquierda es cómo preservar los logros sociales, a fin de no claudicar su misión política. Y la única vía posible, sobre las bases históricas del pasado, es mantener la inversión social y aprovechar la oportunidad para profundizar en la redistribución de la riqueza, que sin duda implica afectar más a quienes concentran esa riqueza.

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