sábado, 30 de agosto de 2014

El Salvador: a la izquierda

El proceso al que se inclina El Salvador remarca la nueva era latinoamericana en la cual la edificación de un tipo de “capitalismo social”, va convirtiéndose en la estrategia de transición para una sociedad distinta hacia futuro, porque altera las bases económicas y políticas de los antiguos poderes dominantes. Eso explica las reacciones que se despiertan entre empresarios y políticos tradicionales.

Juan J. Paz y Miño Cepeda /  El Telégrafo (Ecuador)

El Salvador es un país con 20.742 Km² de superficie y cerca de 6,3 millones de habitantes; es decir, apenas más grande que la provincia del Guayas y con una población equivalente a un 40% del total de habitantes del Ecuador.

El Salvador tiene una historia común con los países centroamericanos, en los que han dominado poderosas oligarquías, que postergaron el desarrollo nacional, condenaron a la pobreza a enormes mayorías y se aliaron a los intereses imperialistas.

Entre 1980-1992, El Salvador vivió una sangrienta guerra de combate al ‘comunismo’ supuestamente impulsado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Durante 20 años (1989-2009) gobernó el derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que preservó el poder oligárquico, al mismo tiempo que afirmó la vía neoliberal del país, que, como en toda Latinoamérica, lo único que provocó es el privilegio empresarial, la concentración de la riqueza y el deterioro de las condiciones de vida y trabajo de la población.

Pero en 2009 ganó la presidencia Mauricio Funes, quien impulsó una vía reformista que atendió vivienda, educación, salud, trabajo, seguridad, derechos humanos, inversiones públicas y reactivación productiva (privilegió la pequeña y mediana empresa); restableció relaciones con Cuba  y llevó una política exterior inspirada en el principio de soberanía, todo lo cual fue cuestionado por la oligarquía y los políticos tradicionales. Sin embargo, El Salvador mejoró sustancialmente su economía y sus condiciones sociales, lo cual ha sido otra bofetada al ‘viejo’ recetario del FMI y al neoliberalismo.

El sucesor, con el triunfo de marzo de 2014 (segunda vuelta), es Salvador Sánchez Cerén, exvicepresidente de Funes y, sobre todo, exguerrillero del FMLN y, por tanto, una figura que siempre fue indeseable para ARENA , la derecha salvadoreña y el imperialismo.

Sánchez Cerén, quien asumió el cargo el pasado 1 de junio, se orienta a profundizar las políticas sociales. El congreso acaba de aprobar una reforma fiscal enfocada a la redistribución de ingresos y la justicia tributaria. “Los que tienen más deben pagar más”, ha señalado el presidente Sánchez, en un país con la más baja tasa impositiva en América Latina; añadiendo: “utilizar esos recursos para invertir en el desarrollo social del país, invertir en educación, invertir en salud, invertir más fuerte en seguridad”.

El Salvador camina así entre los gobiernos de la Nueva Izquierda latinoamericana, con programas que coinciden con los que ya han venido impulsando Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, considerados a la vanguardia de la región.

El proceso al que se inclina El Salvador remarca la nueva era latinoamericana en la cual la edificación de un tipo de “capitalismo social”, va convirtiéndose en la estrategia de transición para una sociedad distinta hacia futuro, porque altera las bases económicas y políticas de los antiguos poderes dominantes. Eso explica las reacciones que se despiertan entre empresarios y políticos tradicionales.

1 comentario:

Manuel Barrera dijo...

Sería de interés que el autor realizara un análisis detenido del concepto "capitalismo social", referido a los países latinoamericanos donde tal concepto tenga aplicación.
Gracias.