sábado, 18 de enero de 2014

Julio Antonio Mella: 85 años presente en la dignidad latinoamericana

La obra y el legado de Mella, a 85 años de su muerte, representa un ejemplo de compromiso a seguir en las batallas del nuevo milenio para hacer realidad la unidad de una Patria grande, soberana y socialista.

Nayar López Castellanos / Rebelion

Julio Antonio Mella
Intervención en el Acto Conmemorativo por el 85 Aniversario del asesinato de Julio Antonio Mella, organizado por la Embajada de Cuba en México, Ciudad de México, 10 de Enero de 2014.

En la noche del 10 de enero de 1929, hace 85 años, cuando caminaba junto a Tina Modotti por la calle de Abraham González, en la Ciudad de México, el joven revolucionario cubano Julio Antonio Mella fue asesinado, perdiéndose una valiosa y prometedora vida de un comunista revolucionario. Lo que no sospechaban sus cobardes ejecutores, cualquiera que haya sido su identidad, es que su eliminación física no impediría que sus ideas florecieran y perduraran en innumerables batallas que darían los pueblos latinoamericanos durante el siglo pasado y en el nuevo milenio, empezando por su propia patria que, justo 30 años después de ese fatídico enero, culminaría exitosamente en la más profunda de las revoluciones anti dictatoriales y socialistas que se registran en América Latina.

Como otras tantas en nuestra historia latinoamericana, la época en que Julio Antonio Mella fue asesinado se caracterizó por una gran efervescencia política, en el contexto de la dictadura de Machado en su natal Cuba, marcada por innumerables intervenciones estadounidenses en la región, destacando los casos de Nicaragua y Haití.

Durante esos años, tuvieron lugar en el mundo procesos de transformación social de gran calado, destacando las dos revoluciones sociales más importantes de principios del siglo XX, la revolución mexicana, que terminada su etapa armada, inició una reforma agraria; y la revolución rusa que culmina en la formación de la Unión Soviética, primera experiencia socialista en el mundo, con una innegable influencia en el pensamiento político latinoamericano.

De igual forma, destaca en esa época un sistema de educación popular de orientación socialista, bajo la pauta de la Reforma Universitaria que repercute en toda América Latina; así como las luchas por la soberanía nacional, que devienen en anti-imperialistas, como la de Sandino en Nicaragua, y de contenido socialista, como las protagonizadas por Farabundo Martí en El Salvador y Luis Carlos Prestes en Brasil.

La intensa y combativa vida de Julio Antonio Mella también fue la expresión del nacimiento de un pensamiento socialista en América Latina y el Caribe, un pensamiento propio y consecuente con las realidades nacionales, lejos de la versión dogmática que, como lo describió el Che en una carta dirigida a Armando Hart en 1965, se reflejó en esos “ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya el partido lo hizo por ti y tu debes digerir.”

Precisamente por estos antecedentes, por las características que tuvieron los forjadores del pensamiento socialista latinoamericano, como Mella, es que hoy en pleno siglo XXI, América Latina y el Caribe es la única región del mundo, tras la caída de la Unión Soviética y el bloque socialista europeo, en las que el socialismo existe y se construye, se reformula y se discute, con sus propias interpretaciones, errores y aciertos, pero de forma propia y libre. Las revoluciones latinoamericanas no han seguido un libreto ni han sido basadas en dogmas: han estado integradas de forma multi-clasista, no han hegemonizado una clase explotada predestinada ni una vanguardia exclusiva, fueron y son guerrillas, partidos, organizaciones y movimientos integrados tanto por obreros como campesinos, por indígenas y mestizos, estudiantes, profesionistas, sacerdotes, entre otros tantos protagonistas y sujetos socio étnicos.

Al respecto, el marxista argentino Néstor Kohan escribe sobre la generación a la que perteneció Mella y Mariátegui, como pioneros del pensamiento socialista latinoamericano, lo siguiente: “esta segunda generación toma el marxismo como una herramienta creadora y no simplemente como una bandera doctrinaria, como una identidad fija y cristalizada que se enarbola sólo en función de la solidaridad internacional o de la defensa corporativa frente a los ataques de la clase dominante nativa. A partir de allí, de lo que se trata no es ya de deducir y aplicar sino de ‘traducir’ y crear. En ese proceso Mella nace como dirigente estudiantil antiimperialista y allí también se inscribe la conocida idea de Mariátegui: ‘No queremos que el socialismo sea, en nuestro continente, calco ni copia. Debe ser creación heroica’. De alguna manera, esa frase-manifiesto sintetiza a toda su generación”.1

Julio Antonio Mella es, sin duda, uno de los forjadores del antiimperialismo latinoamericano, por su inscripción en las corrientes socialistas y en el heterogéneo pensamiento de la región que convergen en la lucha contra el intervencionismo estadounidense. El conocimiento que Mella tenía sobre el fenómeno del imperialismo provenía fundamentalmente de la realidad neocolonial en la que estaba inmersa su patria en ese tiempo, por lo que advertía con claridad de los alcances del imperialismo en todos los órdenes de la vida social y nacional, alentado desde su fundación por los preceptos mesiánicos del llamado Destino Manifiesto que hoy siguen enarbolando los dueños del poder en Estados Unidos.

En un llamamiento escrito en la cárcel de La Habana el 2 de diciembre de 1925, Julio Antonio Mella planteó una visión clara sobre el papel estratégico del internacionalismo y de la unidad latinoamericana para luchar en contra del imperialismo, destacando su enorme vigencia en la actualidad. Escribió Mella: “La unidad de la América que sueñan todos los espíritus elevados del momento presente es la unidad de la América nuestra, de la América basada en la justicia social, de la América libre, no de la América explotada, de la América colonial, de la América feudo de unas cuantas empresas capitalistas servidas por unos cuantos gobiernos, simples agentes del imperialismo invasor. Esta unidad de la América sólo puede ser realizada por las fuerzas revolucionarias enemigas del capitalismo internacional: obreros, campesinos, indígenas, estudiantes e intelectuales de vanguardia. Ningún revolucionario del momento actual puede dejar de ser internacionalista. Dejaría de ser revolucionario. Ningún programa de renovación, ni la destrucción de ninguna tiranía, podría tener lugar si no hay una acción conjunta de todos los pueblos de América sin exceptuar a los de Estados Unidos”.2

Hay que destacar su contribución para al proyecto de emancipación de Cuba, no sólo con sus ideas libertarias sino con sus acciones concretas como la formación de la Agrupación Comunista de La Habana, del primer Partido Comunista en Cuba, la Federación de Estudiantes Universitarios de Cuba, la Liga Antimperialista y la Federación Anticlerical. Su participación directa en las diversas organizaciones y su palabra franca y directa, generó la simpatía y admiración de miles de cubanos en la resistencia anti dictatorial.

Julio Antonio Mella logró sintetizar el esfuerzo de una juventud comprometida con las causas de los oprimidos, una juventud rebelde y consecuente que inició en su patria firmes senderos que después recorrerían Fidel, el Che, Frank País, José Antonio Echeverría, Haydé Santamaría, Camilo y Raúl, entre otros tantos jóvenes revolucionarios cubanos.

En particular para la juventud de hoy, resulta fundamental valorar la acción y conocer a fondo el pensamiento de Julio Antonio Mella, quien aún y con todas las adversidades que representa enfrentarse al poderío imperial, actuó consecuente con sus ideales revolucionarios, socialistas y antiimperialistas hasta el último momento.

A pesar de los procesos de cambio y de transformación social que se desarrollan en América Latina y el Caribe, en particular, de aquellos que tienen lugar en Venezuela, Bolivia y Ecuador, de la intensa integración económica que experimenta la región, de la consolidación y renovación del socialismo en Cuba, y de las grandes movilizaciones populares y experiencias autonómicas, como en el caso del MST de Brasil y los indígenas mayas zapatistas, el intervencionismo estadounidense avanza y se fortalece con el apoyo y complicidad de los grupos oligárquicos y las élites políticas e intelectuales comprometidas con el proyecto neoliberal.

Los golpes de Estado en Honduras y Paraguay; el espionaje permanente que la Casa Blanca realiza a gobiernos, políticos y organizaciones en todos los países de la región; el terrorismo mediático que transforma mentiras en verdades y crea una realidad artificial propicia para mantener su hegemonía cultural; la vorágine del capital que reconquista los recursos naturales y estratégicos de nuestras naciones, tal y como ahora se ha dado en México con la entrega de nuestro petróleo y la electricidad a los monopolios extranjeros; el criminal bloqueo económico que mantiene contra Cuba, entre otros tantos casos, constituyen tan sólo una muestra de la presencia injerencista de Washington en nuestra América, y que Mella alertaba contundentemente desde aquellos tiempos en torno a su peligro, insistiendo por ello en que sólo con unidad y vocación internacionalista se le podía enfrentar, y vencer.

En este sentido, la obra y el legado de Mella, a 85 años de su muerte, representa un ejemplo de compromiso a seguir en las batallas del nuevo milenio para hacer realidad la unidad de una Patria grande, soberana y socialista.

Notas:
1 Néstor Kohan, De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino, La Habana, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 2008, p.95.

2 Julio Antonio Mella, América Latina y las luchas sociales, China, Ocean Sur, 2013, p.87.

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