sábado, 14 de julio de 2012

España sin salida

En esta nueva etapa del proyecto neoliberal, el objetivo es de la derecha europea es desmantelar el Estado de bienestar y han comenzado por los eslabones más débiles de la cadena, pero que no se fíen los demás, que ya les llegará su turno sin importar lo aparentemente fuerte que sean sus economías.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Rajoy olvidó sus promesas de campaña y emprendió el mayor 
recorte presupuestario de la historia de la democracia española.
Con Mariano Rajoy comandando las huestes cínicas, mentirosas y mediocres del Partido Popular en el gobierno, España se mete cada vez más en un camino sin salida en el que el sufrimiento y la desesperación serán la tónica de aquí en adelante. Por la vía que transitan, como furgón de cola del proyecto neoliberal europeo liderado por los demócrata cristianos alemanes, lo único que le espera al pueblo español es un horizonte de privaciones condimentadas con las constantes mentiras de su clase política.

Hoy les prometen dos o tres años de sacrificio para luego salir de la crisis, pero hace solo quince días Rajoy dijo, claro y alto, que la ayuda a los bancos privados españoles por parte del Banco Central Europeo no implicaría ninguna condición adicional de ajuste y hoy salen con 33 medidas que, de no cumplirse estrictamente, dejaran sin efecto el acuerdo. Eso quiere decir que dentro de tres años les cantarán un nuevo verso y si te he visto no me acuerdo.

España está intervenida: su banco central será supervisado periódicamente y no se le perderá de vista en la implementación de las draconianas políticas de ajuste. La presidenta argentina, Cristina Fernández, comentó que se le atragantó la tostada en la garganta durante su desayuno del miércoles 11 de junio cuando vio la forma como la Unión Europea está tratando a España, que le recuerda la forma como fue tratada América Latina en los peores años del ajuste.

Los populares, sin embargo, no se dan por enterados. Algunos de sus principales personeros, en distintos órganos del Estado, asumen poses cínicas y prepotentes. Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid, ironizó sobre la cantidad de manifestantes que acompañaron la llegada de obreros del carbón a la capital del reino, y la diputada Andrea Fabra exclamó: “¡Qué se jodan!”, cuando Mariano Rajoy enumeró en el parlamento las nuevas medidas que reducirían los beneficios de que gozan los desempleados.

Es decir, se les está saliendo la casta. Cuando las circunstancias se lo permiten, sacan a relucir su rancia estirpe reaccionaria que, hoy por hoy, se siente acuerpada por las corrientes de derecha que están comandando el proyecto europeo, y que no cejarán hasta ver un continente a la medida de las necesidades del gran capital. En esta nueva etapa del proyecto neoliberal, el objetivo es desmantelar el Estado de bienestar y han comenzado por los eslabones más débiles de la cadena, pero que no se fíen los demás, que ya les llegará su turno sin importar lo aparentemente fuerte que sean sus economías.

En este contexto, España no tiene salida, como no la tienen los otros países que, como ella, se encuentran en este momento en situación similar. La huida hacia adelante por la que han optado es dar un paso al frente estando al borde del precipicio. Las opciones alternativas que tienen tampoco son halagüeñas, pues han ido muy lejos en la implementación de un modelo comandado por pillos que se han llenado los bolsillos. Una de ellas es salirse del sistema euro, pero esta tampoco es simple ni exenta de sufrimiento. Otra es volver los ojos a Islandia, que en una esquina lejana de Europa ha ido sorteando su crisis de forma inédita y con una receta totalmente distinta a la impuesta en la eurozona. O, como propone Melechon en Francia, volver los ojos hacia lo que se hace en América Latina, pero en las actuales circunstancias, con las fuerzas políticas que se encuentran en la conducción de los estados, eso es impensable.

Tiene, entonces, la palabra el pueblo europeo. Solo ellos podrán enrumbar la realidad de su región hacia nuevos derroteros, pero para ello deberán perder el miedo y arriesgarse a construir alternativas. 

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