sábado, 22 de octubre de 2011

Chile: La Concertación: política económica y desigualdad social

La estrategia del “crecimiento con equidad” no logró disminuir las desigualdades entre pobres y ricos. Por el contrario, ellas aumentaron, a pesar de las políticas sociales. En este sentido el mercado le ha ganado al Estado.

Manuel Barrera R. / Especial para Con Nuestra América

Desde Santiago de Chile

Los gobiernos de la Concertación procuraron orientarse por la estrategia del “crecimiento con equidad” y de este modo diferenciarse del modelo económico del gobierno militar. Nadie podría negar que sus cuatro gobiernos tuvieron un manejo económico responsable[1] y de mayor sensibilidad social. Sin embargo, dicha estrategia no logró transformar las estructuras básicas del modelo neoliberal, implementado por la dictadura.

La economía chilena, aún hoy, sigue sustentándose en los grandes conglomerados, nacionales y extranjeros: en su capacidad de inversión, en su incorporación de tecnología y en sus métodos de gestión con un papel muy secundario de las medianas, pequeñas y microempresas. El status del Estado en la economía no ha experimentado cambio: su rol sigue siendo subsidiario. El desarrollo está basado en la explotación por parte de las grandes empresas de las riquezas naturales. Los servicios, el comercio y la banca tienden a la concentración en conglomerados, monopolios u oligopolios, que obtienen elevados márgenes de ganancia.

Es así, por ejemplo, como el crecimiento del país durante los años 2006 y 2007 fue mediocre, pero las ganancias de las grandes empresas, de la banca y la bolsa fueron sobresalientes. La economía estatal fue y sigue siendo francamente minoritaria. El Estado concentró sus esfuerzos en la regulación con escaso éxito. Los nuevos temas (medio ambiente, competencia, nuevas tecnologías, desarrollo sustentable, estrategia de desarrollo industrial) no se instalaron claramente en la realidad nacional.

Un hecho curioso confirma lo anterior : hubo habilidosos dirigentes concertacionistas que hicieron de su crítica al modelo y de la necesaria corrección su “caballito de batalla” personal, para afianzar su liderazgo tanto al interior de sus partidos como entre sus electores. En suma, a pesar de que la Concertación realizó notables esfuerzos para dar protección a .-los sectores de mayor pobreza en lo esencial el actual modelo económico es más parecido al del gobierno militar que a cualquier otro.

Las privatizaciones de las grandes empresas del Estado, realizadas por la dictadura que enriquecieron a algunos de sus más connotados personeros no se investigaron. ¿Bajo qué condiciones se realizaron y cuál es la evaluación de ellas?. Han quedado bajo un manto denso de olvido y misterio. Muy pronto algunos de esos privilegiados vendieron empresas creadas y consolidadas por el Estado al capital extranjero.

Al paso del tiempo se establecieron sólidos vínculos entre algunos personeros de la elite política y el gran capital. Es natural y explicable que en una economía basada en la inversión de las grandes empresas los gobernantes tiendan a mantener cordiales relaciones con el gran empresariado. Pero ello puede distorsionar la política del Estado en temas tales como impuestos, redistribución del ingreso, políticas de precios, de competencia y del trabajo. ¿Cuál es la fuerza del entramado social, económico y político que tiende a establecerse entre la elite política y el gran capital en periodos históricos de potente acumulación de capital y nula redistribución del ingreso? En los últimos años se ha asistido a una constante cooptación por parte del gran capital de importantes personalidades políticas de la Concertación. Grandes empresarios declaraban en la época que a ellos les estaba yendo bien con la Concertación lo que, de por sí, no estaría mal si los medianos y pequeños hubiesen dicho lo mismo. Nota curiosa: algunos connotados antiguos revolucionarios se han convertido en asesores de grandes empresas.

El sistema tributario recolecta impuestos principalmente a través de impuestos indirectos, como el IVA, que paga toda la población. Las empresas y las grandes fortunas familiares tienen variados mecanismos de evasión y de elusión de impuestos tanto de los directos como de los indirectos. Proporcionalmente son las clases bajas y medias las que pagan más impuestos en Chile. La Concertación no tuvo la fuerza (¿tampoco la decisión?) para variar substancialmente esta situación.

La estrategia del “crecimiento con equidad” no logró disminuir las desigualdades entre pobres y ricos. Por el contrario, ellas aumentaron, a pesar de las políticas sociales. En este sentido el mercado le ha ganado al Estado. Se obtuvo éxito en batallas contra la pobreza, aunque no todos los prometidos. Por ejemplo, el Presidente Frei prometió al inicio de su mandato eliminar la extrema pobreza, o indigencia, y al término del mismo se contabilizaba un mayor número de extremadamente pobres que seis años atrás, cuando inició su gobierno. Doce años más tarde, el 21 de mayo de 2006, la Presidenta Bachelet prometió que para el 2010 habría “indigencia cero”. Es vidente que ello no aconteció. El gobierno de Sebastián Piñera ha prometido lo mismo.

También aumentaron las diferencias salariales que ocurren entre los distintos sectores económicos y al interior de ellos. Véanse las disparidades existentes entre y dentro de la minería, el comercio, la construcción, la agricultura, el servicio público. Y de modo transversal las diferencias entre el empleo formal y el precario; entre trabajadores de la empresa principal y los de las empresas contratistas. Al interior de las empresas la brecha entre los altos ejecutivos y el resto se ensanchó. Respecto de la situación de los trabajadores, de sus condiciones de trabajo y de vida, los gobiernos democráticos hicieron grandes esfuerzos, en especial respecto de la legislación correspondiente. Sin embargo, como saben los expertos, es difícil señalar cuanto impacto tiene la ley en el mundo real. En Chile se ha confiado demasiado en la legislación en perjuicio de la realidad. En el orden laboral el problema no es la falta de leyes; es el escaso cumplimiento de la ley existente.

Al evaluar las respectivas políticas es necesario averiguar el por qué a pesar de ellas la distribución del ingreso es tan regresiva ahora como en 1990. La Concertación gobernó en un periodo en que el capitalismo chileno experimentó una importante acumulación de capital. El PIB total en 1990 fue de US$ 32.982 mill. y en 2010 de US$ 203.049 mill la distribución del ingreso es tan regresiva ahora como en 1990., según el FMI. Ello fue facilitado por la estabilidad política general y la económica en particular. Esa acumulación le ha permitido realizar fuertes inversiones en el país y en el exterior. Entre 1990 y diciembre de 2010, la inversión directa en el exterior alcanzó a los US$ 56.789 millones (FMI). Acumulación e inversiones han usufructuado de una fuerza de trabajo disciplinada, endeudada (en tanto consumidores) y, frecuentemente, angustiada. [2]


NOTAS

[1] .-Deuda pública en 1990 igual al 44.8 % del PIB; en 2010, al %. Datos del FMI.

[2].- Este tema tratado extensamente se puede ver en Manuel Barrera; “Political Participation and Social Exclusion of the Popular Sectors in Chile” en Philip Oxhorn y Pamela K. Starr (editores); Markets and Democracy in Latin America. Conflict or Convergence?; Boulder y Londres: Lynne Rienner Publishers; 1999; pp. 81- 102

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