sábado, 17 de octubre de 2009

América Latina. El imperialismo histórico. El libre comercio o la diplomacia de Dios (1823-1850).

Aquí se describen y se detallan además, los diferentes aspectos de la rivalidad interimperialista sobre mercados, riquezas y hombres en América Latina, pero también este texto busca ofrecer algunas reflexiones de suma actualidad para el ciudadano de nuestros días. Será evidente que muchas cosas, temas y problemas siguen sin resolver en la historia contemporánea de América Latina.
Rodrigo Quesada Monge / Globalización
Ilustración: George Canning (1770-1827), el Secretario de Estado británico para asuntos externos.
Con este ensayo pretendemos ofrecerle al lector una vista panorámica del tránsito de lo que venimos llamando “imperialismo histórico”, hacia lo que en ensayos por venir se llamará “imperialismo permanente”. Este es un ensayo que busca levantar un registro del conjunto de actividades, acciones y decisiones tomadas por los imperios europeos y el imperio norteamericano, a partir de 1823 en el primer caso, y de 1898 en el segundo, sobre las distintas estrategias seguidas para integrar a la América Latina y el Caribe en el mercado internacional, y en la dinámica de la acumulación a escala mundial.
Aquí se describen y se detallan además, los diferentes aspectos de la rivalidad interimperialista sobre mercados, riquezas y hombres en América Latina, pero también busca ofrecer algunas reflexiones de suma actualidad para el ciudadano de nuestros días. Será evidente que muchas cosas, temas y problemas siguen sin resolver en la historia contemporánea de América Latina.
La Independencia latinoamericana y el imperialismo histórico
El período que media entre 1823 y 1898, en lo que compete a la historia de las relaciones de las potencias capitalistas con América Latina, es portador de un conjunto de años realmente problemático, ambiguo y conflictivo. La construcción del estado nacional sumirá a los países latinoamericanos y caribeños, que ingresan a su vida independiente después de guerras cruentas y devastadoras contra el colonialismo español, en un largo y tortuoso camino de confrontaciones civiles y readecuaciones económicas para hacerle frente a la nueva situación, caracterizada, mayormente, por los esfuerzos hechos por los grupos dominantes para hacerse con un espacio, sostenido y productivo, en el mercado mundial.
Por otro lado, el final de las guerras napoleónicas posibilitó una redefinición a fondo de la cartografía imperial de antiguo régimen y estableció una nueva jerarquía en la estructura internacional de poder, en la cual sobresaldría notablemente el Reino Unido y todas sus dependencias, tanto formales como informales. (Esta cuestión del imperialismo formal e informal, tema de reflexión y discusión historiográfica profunda en el medio académico británico, durante los años sesenta y setenta del siglo XX, como ya se ha visto en ensayos anteriores, provocó algunas discusiones teóricas y metodológicas igualmente importantes sobre los distintos procedimientos que debería seguir la investigación y estudio del imperialismo entre historiadores, sociólogos y economistas; pero además introdujo un sesgo temático y documental que atemperó por un tiempo las implicaciones políticas más radicales sobre el estudio de las acciones del imperio británico, particularmente, en América Latina).
Cuando George Canning (1770-1827), el Secretario de Estado británico para asuntos externos decía en 1824: “Hispanoamérica es libre, y si nosotros no manejamos mal nuestros asuntos con ella, pronto será británica”, estaba resumiendo en una sola frase la política exterior de su gobierno para con los países latinoamericanos, que dejaban atrás años de expoliación “formal” a manos de españoles y franceses, y entraban así en un nuevo período de control económico, “informal” según los historiadores ingleses, donde, supuestamente, la manipulación colonial directa estaría ausente. Leer más...

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