sábado, 5 de septiembre de 2009

Marina Silva: una mirada nueva sobre Brasil

Por amor a nuestros hijos, nietos y nietas, tenemos que dar fuerza a la candidatura de Marina. Y que Paulo Freire nos ayude a hacer de esa campaña electoral una campaña de educación popular de las masas.
Leonardo Boff / Servicios Koinonia
Se equivocan las personas que piensan que la salida del PT de la senadora Marina Silva obedece a propósitos oportunistas de una eventual candidatura a la Presidencia de la República. Marina Silva salió porque tiene sobre Brasil, sobre el PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento) una mirada distinta a la del gobierno que identifica desarrollo con crecimiento meramente material y con mayor capacidad de consumo. La nueva mirada, adecuada a la creciente conciencia de la humanidad y a la altura de la crisis actual, exige una ecuación diferente entre ecología y economía, una redefinición de nuestra presencia en el planeta y un cuidado consciente sobre nuestro futuro común. Para estas cosas la dirección actual del PT está ciega. No es que no vea, es que no tiene ojos, que es peor.
Para profundizar en esta cuestión, voy a valerme de una correspondencia con el sociólogo de Juiz de Fora y Belo Horizonte, Pedro Ribeiro de Oliveira, un intelectual de los más lúcidos que articula la academia con las luchas populares y las Cebs, y que acaba de organizar un libro sobre La conciencia planetaria y la religión (Paulinas 2009). Escribe:
«Efectivamente, estamos en una encrucijada histórica. La candidatura de Marina no hace más que hacerla evidente. El sistema productivista-consumista de mercado insiste en sobrevivir, alegando que solamente él es capaz de resolver el problema del hambre y de la miseria, cuando en realidad lo causa él. Sucede que se impuso desde el siglo XVI como lo mejor que la humanidad ha producido, ayudado por el iluminismo y la revolución cultural del siglo XIX, que nos convencieron a todos de la validez de su dogma fundador: hemos sido llamados al progreso sin fin que la ciencia, la técnica y el mercado proporcionan. Esta inercia ideológica que continúa moviendo al mundo se cruza hoy con otro camino, que es el de la conciencia planetaria. También es una senda, pero va en otra dirección».
«Muchos pensadores y analistas descubrieron la existencia de esta vía y llamaron la atención del mundo sobre la necesidad de cambiar la dirección en la que caminamos. Cambiar el camino del progreso sin fin por el camino de la armonía planetaria. Esta inflexión era la voz profética de algunos, pero ahora ya no clama en el desierto, sino ante un público que aumenta cada día. Esa vía ya no aparece como el camino exclusivo de algunos ecologistas, sino como un camino viable para toda la humanidad. Ante él, el paradigma del progreso sin fin, desposeído de su validez teórica y su dogma, antes incuestionable, amenaza con caer. En este momento se reúnen todas las fuerzas para mantenerlo en pie, menos por medio de una argumentación consistente que por la repetición de que “no hay alternativas” y de que cualquier alternativa “es un sueño”».
«Aquí es donde sitúo la candidatura de Marina. Es evidente que el PV es un partido que hasta puede haber sido fundado con buenas intenciones, pero hoy se ha convertido en una cajón de sastre. Nadie imagina que Marina ―en la hipótesis de que ganase las elecciones―, va gobernar con base en el PV. En la eventualidad de que ganase, tendrá que seguir el camino de otros presidentes sudamericanos elegidos sin base partidaria, y recurrir a los plebiscitos y referendos populares para romper las amarras de un sistema que “primero tomó la tierra de los indios y después escribió el código civil”, como escribió el argentino Eduardo de la Cerna».
«Aunque no gane, su candidatura será un gran momento de concientización popular sobre el destino de Brasil y del planeta. Marina Silva prescindirá de los profesionales del marketing político y entrarán en campaña los seguidores de Paulo Freire».
«Esta es la diferencia de la candidatura de Marina. Serra, desde la altura de su arrogancia, estimula la candidatura de Marina para derribar a Lula y mantener la política de crecimiento y concentración de riqueza. Lula, a su vez, levanta la bandera de la unión de la izquierda contra Serra, pero también para mantener la política de crecimiento y de concentración de la riqueza, aunque mitigada por políticas sociales».
«Marina representa otro paradigma. No más la mala utopía del progreso sin fin, sino la buena utopía de la armonía planetaria. Nuestra visión no se restringe a 2010-2014. Estamos mirando la gran crisis de 2035 y buscando evitarla mientras hay tiempo, o en la peor de las hipótesis buscando alternativas para afrontarla».
Por amor a nuestros hijos, nietos y nietas, tenemos que dar fuerza a la candidatura de Marina. Y que Paulo Freire nos ayude a hacer de esa campaña electoral una campaña de educación popular de las masas.
Yo digo con Víctor Hugo: «No hay nada más poderoso en el mundo que una idea cuyo tiempo ya llegó».

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